29 diciembre 2009

¿Que Ocurre en el Cumpleaños?


Desde el primer nacimiento, ya comenzaron a existir los cumpleaños. No obstante, las fiestas de cumpleaños no son tan antiguas, se remontan a 3.500 años atrás (el libro de Génesis menciona un banquete en honor al cumpleaños de Faraón en el año 1534 a.e.c.). Lo interesante sobre las celebraciones de cumpleaños es que, durante gran parte de nuestra historia, no eran una costumbre muy “bíblica”.

Esto no quiere decir que no hay fuentes en la Torá sobre el concepto de cumpleaños. El Talmud habla de la singularidad de la fecha del nacimiento de una persona como un momento de energia y nuevas oportunidades. Uno de los días más importantes del año judío es Rosh Hashaná, el cumple años de toda la humanidad. Pero en general, los judíos no celebraban sus cumpleaños. De hecho, mientras que las fechas de aniversario de fallecimiento (Iortzait) de las grandes figuras de la historia judía se registran y conmemoran, sus fechas de nacimiento son generalmente desconocidas.

El rey Salomón dio voz a esta actitud cuando dijo: “es mejor el día de la muerte al del nacimiento” (Eclesiastés 7:1).Esta perspectiva, parece algo negativa sobre la vida. Pero con una contemplación más profunda, de hecho expresa la clásica actitud judía que la “acción es lo principal” -- que el logro real, más que el concepto, teoría o potencial, es lo significativo.

El bebé recién nacido puede brillar con genio y talento -- pero todavía no ha hecho nada con él. ¿Qué hay para celebrar? ¿Quién sabe si ese potencial culminará en acciones positivas?

El día que una persona fallece, por otra parte, es la culminación de su misión en la vida. Es cuando todos sus logros son culminados, y plasman su influencia en nuestras vidas. Esta es la razón por la cual el Iortzait de una gran persona es una ocasión tan especial: cuando celebramos una vida, lo hacemos en su punto de impacto más grande sobre el mundo.

Pero también si atribuyéramos significado al potencial, el cumpleaños no sería el momento de celebrar. Semanas y meses previos a que el feto emerja de la matriz, ya tiene manos y pies, un corazón que palpita y un cerebro que piensa. Si vamos a celebrar la creación de un nuevo potencial, el momento de ello no sería el cumpleaños, quizás el momento de la concepción.

Si usted está pensando en celebrar su cumpleaños, deberá preguntarse: sí, nací, ¿pero qué ha sucedido desde entonces?

Albert Einstein comentó: “la ilusión que estamos separados uno del otro es una ilusión óptica de nuestros sentidos”. Usted se mira a sí mismo y me mira, ve dos entidades. Pero la materia no es realmente “sólido” ni compelida en cuerpos; es una amalgama extensa de puntos infinitesimales, en la que cada uno ejerce una red compleja de fuerzas y de contra fuerzas en sus compañeros. Un “humano” no es más o menos una entidad distinta que un átomo en su cuerpo, el planeta que él habita, o el universo en su totalidad.

Físicamente, no hay división verdadera entre su cuerpo y el mío. Pero hay una realidad más profunda que la descrita por las leyes de la física. La visión más esencial del Torá sobre de la vida es la idea de que cada individuo humano tiene un alma -- una identidad espiritual distinta, y una misión distinta en la vida.

Ésta es la razón para festejar su cumpleaños. No su existencia física, ni su vitalidad, ni su potencial espiritual. El feto existe, está vivo, piensa y siente. Pero es definido por la Torá como “un miembro de su madre”. No es una entidad distinta, una cosa en sí misma. El nacimiento marca el punto en el cual su cuerpo recibió y se fundió con su alma, el punto en la cual usted logró su individualidad.

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28 diciembre 2009

El Feminismo y la Bíblia

El feminismo moderno rápidamente se atrofió bajo la forma de una obsesión por la carrera profesional.


Tres décadas de feminismo han dejado a las mujeres con un nuevo cuestionamiento: Si son tan liberadas, ¿Por qué no son felices?

Con la llegada del nuevo milenio, las mujeres tienen salarios más altos, mayor poder corporativo, y mayores opciones de carrera. También tenemos más divorcios, más batallas por la custodia de los niños, más crisis sobre el cuidado de ellos y – la verdad – más conflicto acerca de quienes somos realmente y qué queremos.

Queremos ser integras, lo queremos todo. Queremos ser mujer y al mismo tiempo alcanzar nuestro máximo potencial. Y deberíamos – ya que fuimos creadas para luchar por la realización.

La bíblia cree en la integridad, en las demandas válidas, aun las de aspectos contrastantes:

Ser parte de una sociedad, manteniéndonos como un pueblo único;

Ser parte de una comunidad, manteniendo nuestra individualidad;

Ser totalmente parte del mundo, siendo al mismo tiempo una mujer.

Antes de concentrarnos específicamente en la visión bíblica de como las mujeres pueden florecer en la sociedad moderna sin experimentar ningún conflicto, veamos un poco la realidad contemporánea.

El Nacimiento y la Caída de la Feliz Ama de Casa

En el mundo occidental hemos invertido alrededor de 30 años en rebelarnos contra el ideal femenino de la "Feliz Ama de Casa" propuesto por la industria publicitaria. La Feliz Ama de Casa fue creada como una mujer de pelo rubio, siempre sonriente y de cabeza vacía, cuyo máximo placer en la vida era servir la torta más deliciosa a su familia y tener platos tan relucientemente limpios que pudiera ver su reflejo en ellos.

La Feliz Ama de Casa no era desde la óptica bíblica. El estereotipo que ella representaba era antitético en relación con la versión ideal bíblica de lo femenino, descrita ya desde los tiempos del Rey Salomón en su poema "Eshet Jail" (Mujer Virtuosa).

Allí vemos cualidades como la sabiduría, el coraje, la creatividad, el ingenio en los negocios y la profunda capacidad de entender como relacionarse con los individuos de acuerdo a sus necesidades específicas.

Las contribuciones de las mujeres a la sociedad siempre han ido más allá de lo físico. La tragedia es que este hecho usualmente queda sin reconocimiento. Esto no implica que la nutrición física no sea una expresión de cariño. Sin embargo, es sólo una parte del complejo mosaico de la auto-expresión femenina. Es una notoria distorsión equiparar esta parte con el todo.

La Feliz Ama de Casa no fue la primera mujer en idealizar el desarrollo y la realización femenina en términos tan limitados. Pero antes de su tiempo, las exigencias prácticas de la vida daban a las labores del hogar mayor significado. En la sociedad pre-industrial las mujeres eran valoradas – y se valoraban a si mismas – por sus irremplazables contribuciones al funcionamiento del hogar. Mientras muchas mujeres, sin duda, hubieran dado la bienvenida a la oportunidad de liberarse del tedio implicado en el trabajo hogareño (tanto como los hombres desean lo mismo respecto de sus trabajos), ellas sentían la importancia de su rol, aunque sólo haya sido por la ausencia de maquinas que podían realizar las mismas tareas.

El deseo de contribuir con algo de valor real seguía presente en los corazones y en las mentes de muchas mujeres. La liberación tecnológica de la ama de casa (las cocinas a gas y eléctricas, los lavarropas, la comida preparada, etc.) dejó a las mujeres preguntándose: "¿Qué hago con mi vida ahora?" y la respuesta que recibieron de la industria publicitaria fue: "Hornea otro pastel".

La Feliz Ama de Casa entró en escena como la mujer modelo, que continuaba brillando con satisfacción, mientras estaba totalmente inmersa en las cada vez menos importantes tareas domesticas que quedaban por hacer.

El resultado inevitable de esto, fue la erosión del estatus que hasta ahora había sido otorgado a los roles femeninos tradicionales, sin importar la valoración social de éstos. Después de todo, a nadie se lo podía engañar por demasiado tiempo - ¿Cuán importante era ese pastel?

No sorprende que los pasteles que la Feliz Ama de Casa horneaba, perdieran su sabor al pasar una generación. En el lugar de su fallecimiento, una nueva mujer nació buscando gratificaciones que no podían encontrarse en ningún tipo de pastel. Y así comenzó el abandono masivo del rol de ama de casa, e incluso de la maternidad, a favor de las ocupaciones fuera del hogar, que daban la sensación de que uno estaba haciendo algo que valía la pena.

Desde el Feminismo al "Carrerismo", y al Masculinismo

El "Feminismo", tan pronto como ganó importancia, perdió su vocación de conducir a los derechos femeninos hacia una auto-actualización y se atrofió, transformándose en "Carrerismo".

Lo que nos ha quedado hoy es una situación en la cual, más que nunca, las contribuciones espirituales de la mujer al hogar, la familia y en otros marcos no son reconocidos, no sólo por los hombres sino, lo que es aun más doloroso, por las mujeres mismas.

Un incidente que revela el desprecio por los roles femeninos tradicionales me ocurrió a mi personalmente. Hace varios años, la persona encargada de relevar los datos del censo nacional israelí vino a nuestra casa. Mis hijos estaban en la escuela, y el censor, una mujer, me encontró sentada en la mesa del comedor rodeada de libros, con una apariencia muy intelectual. Por varias razones, decidí no participar del censo. Me tomé el tiempo de discutir con ella, en hebreo, mi postura filosófica mientras tomábamos una taza de café. Ella estaba muy interesada, y se fue al menos respetando la claridad intelectual de mi posición.

Ahora, la ley requiere que cualquiera que se niega a participar del censo debe ser visitado nuevamente, por lo tanto unas semanas después ella volvió a venir. En el intermedio había entrevistado a cientos de personas, así que no me reconoció ni recordó nuestra conversación anterior. Esta vez me vio un viernes en la mañana. Estaba rodeada de niños pequeños y las manos cubiertas de masa para jalá.

Haciendo una suposición sobre mi capacidad intelectual en base a la escena, ella apuntó el papel que tenía en la mano y en un hebreo muy básico y lentamente me dijo, "Este—es—un—censo. Un—censo—es—cuando—contamos—a—las—personas. Queremos—contar—a—TODAS—las—personas. Firme—aquí". Para ella, ser madre y ama de casa excluye toda posibilidad de que yo fuera un ser humano inteligente.

El desprestigio de las mujeres en sus roles tradicionales ha llevado inevitablemente a un prejuicio contra la feminidad. Finalmente, muchas de nosotras hemos sucumbido a la inclinación dominante de que, dicho de manera simple, todo lo que los hombres tienen, hacen, o son es mejor y más deseable que lo que las mujeres tienen, hacen, o son. Lo que es más impactante es que muy pocas personas nos detenemos a cuestionar esta suposición.

Por ende, la corriente del feminismo debería ser llamada, "masculinismo", porque glorifica todo lo perteneciente a los hombres, y busca apropiarse de aquello para las mujeres.

Un buen ejemplo de esta glorificación de lo que pertenece a los hombres, sin cuestionar su valor, tanto para hombres como para mujeres, es el "cigarrillo femenino". Cuando Virginia Slims se lanzó al comienzo del movimiento feminista, su campaña publicitaria decía algo como esto: Los hombres han oprimido a las mujeres rehusándoles el derecho a fumar, forzándolas a fumar en secreto. Ahora una mujer puede demostrar su estado de liberación no solamente fumando en público, sino fumando cigarrillos femeninos, hechos especialmente para ella.

La siguiente pregunta nunca fue hecha: ¿Fumar es bueno para las mujeres? Reclamar el derecho de fumar solamente porque los hombres lo tenían, es como reclamar el derecho de ser un piloto kamikaze como una oportunidad de trabajo adecuada.

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El Poder Femenino, lo Público y lo Privado


El movimiento feminista ha fallado en reconocer una forma muy sutil de poder: El Poder Interno.
 
El movimiento feminista surgió al sentirse las mujeres sin poder. Los hombres siempre controlaron (y todavía controlan) las riendas del poder en las esferas políticas, financieras y judiciales, que determinan aspectos extremadamente relevantes de la existencia personal y social. Uno de los primeros objetivos del movimiento feminista ha sido demandar una parte en estos poderes a través de salarios y oportunidades de empleo más igualitarios.

El poder, en esencia, es la habilidad de efectuar un cambio. Si las mujeres tienen influencia financiera o política, o buenas posiciones en los negocios, se piensa que entonces ellas también van a poder determinar los cambios que se van a efectuar en sus vidas y en las vidas de los demás.

Pero el movimiento feminista ha fallado en reconocer otra forma más sutil de poder: el poder interno -la habilidad de afectar la ética y valores de los demás. Mientras que el poder externo puede ser un alto puesto corporativo, el poder interno va a determinar si esa corporación va a ser honesta o corrupta.

La búsqueda del poder externo por parte de las mujeres ha dejado un aterrador vacío en la sociedad occidental en el área de la educación moral, ya que las mujeres siempre han dominado ese terreno. La proliferación del crimen, abuso infantil, secuestros y el dramático aumento en la violencia contra las mujeres son síntomas de una sociedad descontrolada, donde muchas personas no tienen conceptos de bien y mal, de honestidad, compasión o autocontrol. Hace sólo una generación atrás, las tiendas no tenían dispositivos de seguridad ni guardias revisando bolsas en cada salida; el sentido común de honestidad no dejaba lugar para una acción como el hurto.

Claramente, la posición de las mujeres no puede ser mejorada por el progreso político y financiero, si la dimensión interna de la sociedad (su moralidad y compasión) ha sido olvidada por las personas que tradicionalmente la custodiaban: las mujeres.

Los análisis típicamente masculinos de los problemas sociales antes mencionados, normalmente muestran a los factores externos como causa de estos. Por ejemplo: familias de bajos recursos con muchos hijos en barrios pobres inevitablemente lleva a un alto porcentaje de crímenes violentos, drogas, etc.

Si esto fuera cierto, entonces los barrios religiosos en Jerusalem como Mea Shearim, que tiene uno de los índices más altos de pobreza en Israel, y donde las familias normalmente tienen entre siete y diez hijos en una casa con tres dormitorios, debería ser la cumbre de crimen violento. En cambio, Mea Shearim virtualmente no tiene crímenes violentos y tiene un nivel muy bajo de abuso de substancias, y esto a pesar de la ausencia total de policías en sus calles.

Una sociedad materialista, que solo reconoce lo que puede ser contado o medido (títulos, ingresos, etc.), está destinada a descartar toda clase de valores imprescindibles como la compasión, el coraje y el altruismo, que al final determinan la fibra de sus ciudadanos. Casi ninguno de los héroes gentiles que arriesgaron su vida para esconder judíos durante el holocausto, eran personas de la nobleza, de riqueza o de logros académicos. La mayoría eran personas simples que habían aprendido de sus madres conceptos morales. Las típicas respuestas a la pregunta "¿Por qué arriesgaste tu vida y la de tu familia por esconder judíos?" eran: "Mi madre me enseño a ayudar a las personas que están sufriendo" o "Mis padres me enseñaron que nadie debería ser perseguido por su religión".
El manejo del poder interno, aunque raramente viene acompañado con títulos o salarios impresionantes, tiene un efecto más profundo y duradero que las acciones del poder externo.
Las personas que han tenido el mayor efecto en quien eres tú hoy en día no son ni el Presidente de los Estados Unidos ni el Gerente General del Banco de América, si no tus padres, tus maestros, y las personas que influenciaron en tu desarrollo interno cuando eras niño. El manejo del poder interno, aunque raramente viene acompañado con títulos o salarios impresionantes, tiene un efecto más profundo y duradero que las acciones del poder externo.

Las mujeres son las más capaces para ejercer el poder interno, ya que son superiores en su capacidad de entendimiento, que es el vehículo intelectual para llegar al corazón, a la mente y al alma de la persona. El entendimiento explica porque las madres normalmente tienen la capacidad de entender los problemas de sus hijos más rápido que los padres; históricamente las mujeres siempre fueron las pioneras en establecer orfanatos, hospitales mentales, y casas para las personas con retrasos; y sin ninguna duda es cierto el clamor del feminismo que si las mujeres manejaran el mundo, habría menos guerras. La habilidad de ver los eventos en términos de costo humano, en vez de verlos a través de sus ramificaciones políticas, se deriva del entendimiento.

La Biblia está llena de episodios de grandes mujeres, cuyo ejercicio del poder interno tuvo efectos decisivos en las historia judía.

Sara entendió el impacto negativo en Isaac de la conducta inmoral de Ismael. Ella insistió que él debía ser alejado del hogar, acto que Abraham no pudo ejecutar hasta que Dios le dijo "Todo lo que Sara diga, harás.

Escucha su voz". Los comentarios de este versículo declaran que Sara tenía un nivel de profecía mayor al de Abraham, ya que ella podía ver el efecto eterno que esa corrupción moral iba a tener en las futuras generaciones del pueblo judío.

Rivká también tenía esa intuición interna respecto a sus hijos mellizos, y tomo un decisivo, e incluso engañoso paso, para asegurarse que la bendición de su esposo llegara al hijo más adecuado para cargar con el manto de los patriarcas.

Los sabios del Talmud acreditaron la redención de Egipto al mérito de las "mujeres justas". Ellas, contrariamente a la opinión de sus esposos, pensaron que se debía seguir teniendo hijos a pesar del decreto de muerte del Faraón sobre todo niño varón recién nacido. En todas estas situaciones delicadas la habilidad de la mujer para percibir la verdad en una persona, o en una situación, determinó el curso de la historia judía.

De esta manera, el hecho no es si la mujer debería o no debería tener poder, si no en la clase de poder en que deberían concentrarse, para su desarrollo personal así como también para el bien de toda la sociedad. Esta opción esta casi totalmente escondida en las sociedades seculares. No es una gran sorpresa que aquellos que aspiran a crecer en una cultura dirigida por lo externo, deban definir sus éxitos en términos de roles externos y logros cuantificables. El desafío de perfeccionarnos en el plano interno no solo que no es recompensado por la sociedad, sino que además es virtualmente desconocido como una búsqueda posible.

No es sólo que la búsqueda de lo interno no ofrece una recompensa monetaria, sino que incluso no está en la lista de posibles ganadores de un premio.

Extraído del nuevo libro de la Rebetzin Heller: "Our Bodies, Our Souls".
 
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Las Mujeres Merecen Algo Mejor


Es hora de defender lo que verdaderamente somos. Lo merecemos.

 
Las mujeres – adolescentes, universitarias, jóvenes profesionales – merecen algo mejor. Y no se trata de joyas o ascensos en el trabajo. Se trata de relaciones. Sobre cómo los hombres tratan a las mujeres. Pero más importante aún, sobre cómo las mujeres permiten ser tratadas.

Peggy Noonan quizás lo definió mejor en un artículo reciente del Diario Wall Street describiendo programas de televisión contemporáneos: "Usted ve la rutinaria degradación de mujeres exhibiéndose como una liberación femenina".

No es sólo Hollywood, es la realidad. Es una consecuencia irónica de un feminismo que trató de persuadir a las mujeres eliminando las diferencias entre ellas y los hombres. Aquella liberación sugerida, sinónimo de promiscuidad, abogó que no existía ninguna diferencia entre la intimidad física de una mujer o la de un hombre.

Las mujeres jóvenes hoy reconocen el error de aquella posición. Ellas no desean relaciones casuales en lo absoluto. Lo que ellas quieren es una relación más profunda, y esperan en el teléfono aquella llamada o mensaje de texto. Y esperan. Y esperan...

Pero ellas están teniendo dificultades para encontrar apoyo a esta postura. No se encuentra disponible en los campus universitarios, donde el énfasis está puesto en la seguridad física en contraposición a la salud emocional y donde este punto de vista se considera pasado de moda e inadecuado. No se encuentra en sus madres, ellas mismas son productos de la liberación de los años sesenta y setenta. Y ciertamente no se encuentra disponible en los hombres que, aparentemente, tienen todo para ganar y nada para perder en esta supuesta liberación. (Para ser imparcial, pienso que muchos hombres reconocerán un cierto vacío en sus propias vidas, pero ya que esto a menudo es compensado por la facilidad de satisfacer sus apetitos, los dejaremos fuera de la ecuación por el momento).
Nuestras hijas se sienten débiles, forzadas a sacrificar su más privado ser y sus pensamientos en manos de una falsa liberación.
En un mundo en donde los encuentros casuales se producen vía mensajes de texto en medio de la noche, las mujeres parecen estar más oprimidas que en el pasado. Muchas mujeres jóvenes acuden a sicólogos, deprimidas y con dolor. Sus relaciones (utilizo el término sueltamente) las hacen sentir vacías y confusas. Sin embargo ellas tienen más miedo de la soledad potencial, del ostracismo social que conlleva el hecho de ser una muchacha "buena".

Entonces nuestras hijas se sienten débiles, obligadas a sacrificar su ser más privado y sus pensamientos en manos de una falsa liberación. Ellas buscan desesperadamente popularidad.

El origen del libro Girls Gone Mild fue la avalancha de cartas que recibió la escritora Wendy Shalit después de su primer libro, A Return to Modesty. Estas jóvenes mujeres que escribieron cartas sentían la presión constante de comportarse de modos que ellas encontraban poco atractivos, poco atrayentes, inalcanzables.

Ellas sintieron la presión constante de violar sus instintos.

Ellas no visualizaban un camino alternativo, un camino más digno de ser.

Esto no es liberación; esto es represión.

En un artículo reciente del Wall Street Journal, Jeffrey Zaslow cita un estudio realizado en la universidad estatal de Michigan que sugiere que el 60% de las estudiantes universitarias mantienen relaciones sexuales esporádicas. Nueve de cada diez "relaciones casuales" no se transforman en relaciones duraderas. De acuerdo a otro estudio, después del sexo ocasional, las mujeres muestran más síntomas de depresión que los hombres. ¿Cuántos estudios son necesarios para confirmar lo intuitivamente y empíricamente obvio? Sólo habla con una muchacha a solas y pregúntale.

Nuestras hijas deberían estar gritando, "¡Merecemos algo mejor!" Ellas deberían "recibir su dignidad de vuelta". Ellas deberían volver a si mismas. Creo que las hemos defraudado. No hemos imbuido en ellas un sentido de valor interior. Nuestras hijas son únicas, maravillosas, son tan preciosas. El verdadero poder es la capacidad de elegir; qué compartir, cuándo compartir, con quién compartir, de acuerdo a nuestros términos y con dignidad intacta.

Para que nuestras hijas sean verdaderas princesas judías, nosotras tenemos que ser reinas y enseñarles como comportarnos con dignidad, como apreciar el ser interior más que el exterior, tener el coraje para defendernos y arriesgar la soledad temporal por una vida de placer y sentido.
El poder verdadero es la habilidad de escuchar nuestra propia voz interna.
Wendy Shalit cuenta una historia interesante en su nuevo libro. Ella fue invitada a un programa especial de televisión, "Si las Mujeres Gobernaran el Mundo", antes de eso el productor concertó una entrevista privada.
"Estábamos a punto de fijar una hora cuando de pronto, para mi sorpresa, el productor comenzó a explicarme lo que yo tenía que decir en el programa: que cierta feminista de la segunda ola (otra invitada) había salvado a las mujeres y que yo, como mujer joven, estaba agradecida. Bueno, le respondí, yo no puedo decir exactamente eso, ya que no estoy de acuerdo con esa mujer en que las amas de casa son "parásitos" o con varias otras cosas que ella había escrito... Yo de hecho quiero casarme y no veo mi inhabilidad para cocinar como una ventaja. "¡Lo que usted dice...", balbuceó el productor por el teléfono, "no está en el guión!". "Ah, perdóneme", contesté yo. "No me di cuenta que había un guión, pensé que habíamos sido invitadas a expresar nuestra opinión como mujeres".

Hay un guión y necesita ser revisado. "Para mí, todo este episodio fue como una metáfora de ser una mujer joven en la sociedad de hoy. De muchas maneras, por lo general un poco más sutiles que el comportamiento de este productor, somos notificadas que 'liberarnos' significa desvestirnos, 'mejorar nuestra sexualidad' significa ser indiscriminadas eligiendo compañeros y esforzarnos por ver a las demás mujeres como competidoras sexuales. Pero para muchas de nosotras, este camino requiere reprimir nuestros ideales".

No te confundas. No se trata de culpar a los hombres. Si permitimos que alguien más controle nuestro comportamiento, es nuestra culpa no la de ellos. Es nuestra responsabilidad, no la de ellos. Esto es verdad para muchachos jóvenes impacientes, amigas, colegas, profesoras, libros feministas e incluso nuestros padres.

El verdadero poder es la capacidad de escuchar nuestra propia voz interior. La liberación verdadera es hacer lo que es correcto y no lo que dictan las presiones sociales. La libertad verdadera es identificarnos con nuestra alma eterna y no confundirnos con las voces de nuestros transitorios pero muy ruidosos cuerpos.
Es hora de defender lo que verdaderamente somos. Lo merecemos.

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La Feminista


Me describiría como una feminista. Estos dos términos no son mutuamente excluyentes, aunque su combinación no deja de tener cierta tensión. Primeramente, soy una jasidá, y mi identidad se envuelve en esa palabra.

Nací en una familia perteneciente al movimiento Jabad Lubavitch, que nunca cuestionó el intelecto o la habilidad de la mujer. Y crecí rodeada de modelos femeninos de fuerza, carácter e inteligencia.

Esto estaba muy arraigado en nuestra herencia Jasídica. El enfoque bíblico trajo una cierta igualdad y un nuevo status a las mujeres en la vida, el cual fue aumentando a lo largo de las generaciones, a medida que las mujeres asumían roles más prominentes.

Mi feminidad era mucho más que sólo mi manera de ser...

Las mujeres en mi familia eran una fuerza a ser tenida en cuenta y (como pronto aprendí), nunca subestimada.
A medida que iba creciendo, no había nada que sintiera que estuviera fuera de mi alcance, exceptuando tal vez la vida de la sinagoga, como la disfrutaban los hombres. Esto, a menudo, parecía injusto, pero sabíamos que simplemente era así, de ese modo.

Cuando fui más adulta, me di cuenta que disfrutaba de ser mujer. Mi feminidad era más que sólo mi manera de ser; era parte intrínseca de quien quería ser y cómo quería expresarme.

Sí, había cosas que deseaba poder hacer. Pero vivía en un mundo de perfección, el mundo de la Torá. Amaba ese mundo y sabía que era verdad. Si en un mundo perfecto había ciertas cosas que una mujer no hacía... entonces, simplemente no las hacía, aunque tuviera ganas.

No se menospreciaba lo importante; pero la alegría y la potencial realización en el estilo de vida de saber quién es uno y tener una dirección y un propósito en la vida, era mucho más significativo.

Todavía me molesto un poco por los problemas que, en esta era de pre-redención, aún tienen que resolverse. Todavía me cansan ciertas polémicas y argumentos feministas. Pero sé que después de todos estos argumentos, refutaciones y debates, algo le debe hablar al alma.

Siempre que me encuentro en un conflicto, me hago una simple pregunta existencial: ¿Por qué estoy aquí? El Jasidismo contesta: para transformar este mundo en una morada para Di-s, en un lugar de espiritualidad y santidad. Mitzvot de acuerdo con la Halajá, la ley de la Torá, son nuestras únicas herramientas para hacer esto.

Una explicación del Shir HaShirim, el Cantar de los Cantares, ha sido particularmente significativa para mí. El Cantar de los Cantares habla del amor entre la mujer y el hombre; es una metáfora para la relación entre Di-s y el pueblo judío.


La narración es gráfica y abrumadoramente física; evoca calor y pasión. La vívida unión de hombre y mujer, tejiendo sus cuerpos en una trama física- la sexualidad como nexo entre cuerpo y alma.
Ya que la relación Di-s/Judío no debe ser platónica, no se requiere más que el acoplamiento del cuerpo y el alma: la acción.

Una mitzvá es espiritualidad hecha realidad con y dentro del reino físico; es la única manera para un ser humano de atraer Divinidad. En este nivel, unión y unicidad no pueden lograrse ni siquiera a través de las emociones más sinceras ni de las más apasionadas expresiones. Debe haber acción.
Por lo tanto, si quiero una relación con Di-s, debo hacer lugar para Di-s dentro de mí...

Retomando la metáfora de hombre/mujer, sabemos que la concepción ocurre cuando uno, la mujer, acepta al otro en su ser. En su unidad, en trascender su ser, los dos potencialmente crean un tercero, una nueva realidad.

Necesitamos crear esta apertura dentro de nosotros. En nuestra relación con Di-s, todos -hombres y mujeres- deben esforzarse por purgar sus egos avasallantes y, en su lugar, crear espacio para aceptar y abrazar Di-s en un espíritu de receptividad.

Cuando transcendemos nuestro ser y permitimos la fusión con Di-s, en Sus términos, sólo entonces cabe la posibilidad de "creación", de eternidad, en nuestra relación.

Al relacionar este pensamiento conmigo misma, no puedo permitir que nada -ni las corrientes de la sociedad, ni las opiniones más finamente escrutadas, ni mis propios deseos- se interponga entre mí y el cumplimiento de esa acción: Las mitzvot según la Halajá.

Y si hay en mí, lo que Rabí Steinsaltz llama la disputa del espíritu, está en mí afrentarlo.

Porque si quiero estar en una relación con Di-s y "asir" la eternidad, debo hacer lugar para Di-s dentro de mí, aun cuando esto signifique negar el "yo" que se presenta en el camino.

Una imagen viene a mi mente:
Hace algunos meses atrás, un viernes a la mañana, entré a la cocina de mis abuelos y fui testigo de una escena que para ellos era simplemente "vida", pero para mí fue una revelación.

Mi abuelo estaba en una esquina del cuarto poniéndose Tefilín. Mi abuela estaba del otro lado, separando una porción de la masa de la jalá (que mi abuelo amasó para que ella pudiera cumplir esa mitzvá especial). Él recitaba el Shemá, ella la bendición apropiada para separar "jalá".

Los dos rezaban con igual fervor. Los dos estaban en comunicación con Di-s, sin pensar en su "función". Estaban unidos a la Divinidad, por sobre sus particularidades.

Aunque en esencia mi vida y la vida de mi abuela reflejan los mismos valores, hay una gran diferencia.
Mi abuela creció en un tiempo en el que el rol de una mujer era incuestionable; la vida era mucho más simple, y si había opciones, estaban basadas en la necesidad, no en elecciones personales. Yo, por otro lado, estoy sumergida en el día a día caótico, en el constantemente mundo cambiante del siglo 21.

Mi abuela tiene fuerza y pureza; su visión es prístina e impoluta. Tiene lo que uno llamaría claridad, mientras yo tengo tensiones. Mi visión, a menudo, está eclipsada por mi ego. Yo puedo sentir y percibir lo que ella hace, pero no intuitivamente.

Mi intelecto tiene que involucrarse en gran medida y tengo que encontrar inspiración y fuerza para entender más profundamente la Torá. Debo estudiar para saber lo que ella sabe en sus tripas.

El lente del Jasidismo me da una perspectiva del mundo en que vivimos y los cambios que tienen lugar dentro de él. El misticismo judío explica que con la llegada de Mashiaj (el mesías), los poderes femeninos en este mundo serán los predominantes. La Shejiná (la dimensión femenina de lo Divino) será manifiesta, y los atributos femeninos serán los principales conductores de la Divinidad en este mundo. A mi me parece que el movimiento de las mujeres, como lo conocemos, en verdad, refleja esta realidad espiritual.

Me siento agradecida al movimiento feminista por los cambios positivos que ha traído a las mujeres. Ha motivado oportunidad, paga justa y respeto por la mitad femenina de sociedad. Mi percepción es que el movimiento feminista ha ayudado a la sociedad a ponerse al día con el mundo.

Hoy, vemos una feminista más conectada a su esencia femenina. Vemos una nueva generación que encuentra regocijo y plenitud en la maternidad. Hay un principio que nosotras, las mujeres somos diferentes, biológica, psicológica, intelectual, espiritualmente y en todas las demás áreas.

Tenemos que entender que no necesitamos subestimar esta propia identidad, en nuestra búsqueda de reconocimiento y respeto.

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Navidad y Saturnalia

Jesús, el niño que no nació el 25 de diciembre
Aunque Papa Noel acapare todo el protagonismo, todavía están los villancicos, los belenes, las postales, y hasta los décimos de Lotería que nos recuerdan que el motivo de la fiesta de la Navidad es el nacimiento de Jesús. Pero no ocurrió así. Fue cosa del Emperador Constantino El Grande, hace unos 1700 años, que, actuando como lo haría un creativo publicitario de esta época, creyó conveniente hacer coincidir el nacimiento de Cristo con la fiesta pagana más multitudinaria y popular del Imperio Romano, el Festival de la Saturnalia, que celebraba el nacimiento de un "nuevo" Sol. Las Navidades del siglo XXI se van pareciendo cada vez más a aquellas bacanales romanas.
sol La celebración más antigua y universal siempre ha estado centrada en el solsticio de invierno, un término astronómico que se refiere a la posición del sol. A mediados de diciembre, los días son muy cortos (en el Hemisferio Norte) y, después del solsticio, empiezan a alargarse de nuevo. En la antigüedad, imaginaban que el sol se hacía viejo, hasta morir, y que después nacía un niño Sol.

En el antiguo Imperio Romano, la fiesta del solsticio era el acontecimiento social más importante del año y se llamaba Festival de Saturnalia en honor a Saturno, el dios de la agricultura y las cosechas. El Sol Invencible (Sol Invictis) era otro de los dioses favoritos, cuyo nacimiento se celebraba el 25 de diciembre.

Cuando las tareas en el campo se terminaban y llegaba la noche más larga, los romanos se relajaban, colgaban la toga en el armario, se vestían de forma informal y se olvidaban por unos días de las reglas que les oprimían durante el resto del año. Todo empezaba en el templo de Saturno, con un estupendo banquete (lectisternium) y al grito multitudinario de “Io, Saturnalia”.
saturnal
El poeta Catullus (84 a.C-54 a.C) decía que eran “los mejores días” y Séneca El Joven (4 a.C-65 d.C) que “toda Roma se volvía loca” durante las fiestas: “La multitud se deja llevar por los placeres”, escribió.

Pero, como ocurre ahora con la Navidad, también había quien no quería ni oír hablar del tema: Plinio el Joven (63-113) cuenta que se aislaba en unas habitaciones de su Villa Laurentina: “Especialmente durante la Saturnalia, cuando el resto de la casa está ruidosa por la licencia de las fiestas y los gritos de festividad. De esta forma, no obstaculizo los juegos de mi gente y ellos no me molestan en mis estudios”. Cicerón (106 a.C-43 d.C) también se refugiaba en su casa de campo.

Intercambio de regalos
saturnaliaregalos
Los romanos salían a la calle a bailar y cantar con guirnaldas en el pelo, portando velas encendidas en largas procesiones. La Saturnalia era una ocasión para visitar a los amigos y parientes e intercambiar regalos.
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Lo tradicional era regalar fruta, nueces, velas de cera de abeja y pequeñas figuritas hechas de terracota (figurines, abajo en la foto).
figurinesQuizás lo más curioso era el intercambio de roles: los esclavos actuaban como amos y los amos como esclavos. Incluso se les dejaba usar las ropas de su señor. Ese trato era temporal, por supuesto. Petronio (396-455) hablaba de un esclavo imprudente que preguntó en algún momento del año si ya era diciembre.

Los hijos también invertían los papeles con sus padres y pasaban a ser los jefes de la casa. Además, cada familia tenía que elegir un Rey de la Saturnalia, o Señor del Desgobierno, que podía ser un niño. Ese “rey de mentira” presidía las fiestas, y se le tenía que hacer caso, por muy extravagantes y absurdas que fuesen sus órdenes.


Excesos con la comida y bebida
Se cerraban las escuelas, los tribunales y las tiendas, se paraban las guerras, se liberaba a los esclavos, y los romanos cometían todo tipo de excesos con la bebida y la comida.

Era la fiesta de la libertad y la desinhibición, y se organizaban juegos, bacanales, bailes de máscaras y espectáculos desenfrenados que estaban prohibidos el resto del año. Los cristianos utilizaban el término saturnalia cuando querían decir orgía.

Las fiestas de Saturnalia comenzaban el 17 de diciembre y su duración varió a lo largo de los años. Cada vez era más larga, como ocurre ahora con la Navidad. Al principio, era un día. A finales del siglo I, duraban una semana. Hubo intentos de acortar las fiestas por parte del Emperador Augusto, pero también hubo quien propuso que se alargaran hasta finales de enero.

El nacimiento del Sol Invencible

Al final de la Saturnalia, el 25 de diciembre, se celebraba el nacimiento del Sol —Natalis Solis Invictis (nacimiento del sol invencible)— personificado en el dios Mitra. Aunque el culto a Mitra tenía orígenes persas, se convirtió en la religión dominante en Roma, especialmente entre los soldados.

Después del día 25, empezaba el festival de Sigillaria, dedicado, sobre todo, a hacer regalos a los niños: anillos, muñecos de terracota, sellos, tablas de escritura, dados, pequeños objetos, monedas, y, ¡bolsas llenas de canicas! Hay muchos bajorrelieves y documentos que reflejan a los niños romanos jugando a las canicas durante la Saturnalia.
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Durante estos días, se decoraban las casas con plantas verdes, se encendían velas para celebrar la vuelta de la luz, y se colgaban figuras de los árboles. Pero no metían árboles dentro de casa. Los romanos sólo adornaban los que estaban plantados en la tierra. La tradición del árbol de Navidad tiene sus orígenes en el siglo XVI.

Cristianismo legalizado
Hacia la época del Emperador Constantino I (272-337), el cristianismo había avanzado muy poco y Roma era predominantemente pagana. El mitraísmo era la religión dominante y el cristianismo era ilegal. Pero Constantino I cambió las cosas después de tener una visión, antes de una batalla, en el año 312. Se dedicó a favorecer el cristianismo, sin dejar de rendir culto a los dioses paganos de Roma.

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Por ejemplo, uno de los dioses romanos más populares era el Deus Sol Invictus, y los romanos lo adoraban un día a la semana, el Dies Solis (como en inglés, “sunday" = "día del sol”). Constantino, que era sumo sacerdote en el culto a Sol Invictus, decretó que ese día fuese también jornada de descanso y adoración para la los cristianos.

En el año 321, Constantino legalizó el cristianismo, y declaró que el día del “nacimiento del sol invencible”, que se celebraba el 25 de diciembre, debía ser considerado como una nueva fiesta cristiana para celebrar el nacimiento de Cristo. Con estas tácticas, no se alteraba el calendario romano, y las tradiciones paganas se fueron adaptando al cristianismo.

En el 350, el papa Julio I reconoció oficialmente el 25 de diciembre como la Fiesta de la Natividad.

Distintas opiniones
La Navidad llegó a Egipto hacia el año 432, y a Inglaterra al final del siglo VI. Alcanzó los países nórdicos a finales del siglo VIII.
belenEn la actualidad, los cristianos occidentales lo celebran el 25 de diciembre pero los ortodoxos lo hacen el 6 de enero, basándose en las referencias de un académico griego, Clemente de Alejandría, que a su vez escribió sobre otro maestro griego, Basillides, que dijo que Jesucristo nació el 6 de enero. Clemente se refiere a la Fiesta de la Epifanía, que en España se celebra como el Día de los Reyes Magos.

Los primeros estudiosos cristianos, como el teólogo Orígenes (185-253), condenaban la celebración del nacimiento de Cristo “como si fuese un faraón”. Decía que sólo se festejaba el nacimiento de los pecadores y no de los santos. Hoy, algunos grupos fundamentalistas, como los testigos de Jehová, no celebran la Navidad, por su origen pagano. Tampoco los cumpleaños, dicho sea de paso.

¿Cuándo nació Jesucristo?
Parece bastante claro que Jesucristo no nació en diciembre. Es muy improbable que los pastores durmiesen con sus ovejas a la intemperie en diciembre, cuando las temperaturas en Judea caían hasta bajo cero y era época de lluvias.

Se ha especulado con muchas fechas: el 16 de mayo, el 9 o 20 de abril, el 29 de marzo,…pero es algo imposible de averiguar con certeza. Hay gente dedicada a investigar la Biblia, como los de ASK (Associates for Scriptural Knowledge), de Wisconsin. Una de sus últimos estudios asegura que la Estrella de Belén que guió a los tres Reyes Magos —probablemente, una conjunción de Venus y Júpiter— ocurrió el 17 de junio del año 2 a.C. Para entonces, Jesús debía tener entre 0 y 2 años. Así que, según esta aproximación, Jesús pudo haber nacido en algún momento entre los años 4 a.C. y 2 a.C.

¡Haz lo inesperado!
Todavía hoy, muchas culturas celebran el solsticio de invierno. Para los pueblos indígenas, como aimaras, quechuas, rapanui y mapuches, la llegada de estas fechas coincide con la tradición de agradecer por el año anterior y pedir al padre Sol que retorne con mayor fuerza después de su retiro invernal.

La Saturnalia y las fiestas en torno al solsticio de invierno trataban de la familia, la fertilidad, el cambio, la renovación, la protección, el nuevo ciclo. Diciembre siempre has sido una época para la rebelión, la celebración, la esperanza. Sería una buena idea adoptar algunas de esas tradiciones paganas que se han perdido por el camino. Por ejemplo, el intercambio de papeles: con los niños, con los empleados, con los alumnos,... Frances Bernstein, en su libro Classical Living: Reconnecting with the Rituals of Ancient Rome, dice: “¡Agita las cosas un poco! ¡Haz lo inesperado! Porque estas acciones pequeñas recuerdan el espíritu de la Saturnalia y tienen importancia religiosa, al conectarnos directamente con la Naturaleza”.



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25 diciembre 2009

Use y Tire


A veces me pregunto… Aprendimos  que en la historia hubo una Edad de Piedra, una Edad del Bronce, etc. ¿Cómo se denominará nuestra era: “La Edad del Descartable”? Vea cuantas cosas tenemos que son descartables: platos y tazas de papel, tenedores y cucharas de plástico, pañuelos, manteles, pañales, jeringas, etc. ¡Ahora tenemos cámaras fotográficas y lentes de contacto descartables!

Las cosas no fueron siempre así. Para mi bar mitzvá recibí una lapicera fuente Sheaffer que me sirvió fielmente por 20 años. Cuando la perdí, sentí como si hubiera perdido algo de significación, aunque solo se trataba de un objeto inanimado. Hoy tengo un cajón lleno de bolígrafos, la mayoría de los cuales fueron obsequios promocionales. No podría importarme menos si perdiera uno o más.

Recuerdo haber llevado una radio a que la repararan. Si usted trata de hacer lo mismo hoy sería considerado un loco. ¡No se repara una radio rota! Usted la tira y compra una nueva. Incluso no es probable que el automóvil por el que usted pagó miles de dólares siga siendo suyo por mucho tiempo. Si puede permitírselo, lo cambiará después de unos tres años. ¿Por qué? Porque…

¿A qué quiero llegar? Nuestra cultura desarrolló una actitud: en lugar de tratar de arreglar algo es más conveniente tirarlo y conseguir uno nuevo. ¿Y qué hay con eso? Que esa actitud puede trasladarse a las relaciones personales. ¿Hay problemas en el matrimonio?, ¡descarte a su cónyuge y consiga uno nuevo!

La incidencia de hogares destruidos no tiene precedente. ¿Cómo puede ser que dos personas que en un tiempo se sentían tan atraídas mutuamente, que estuvieron dispuestas a contraer un compromiso para toda la vida, hayan llegado a ser tan incompatibles? Admito que algo puede haber ido mal en la relación, pero con un poco de tiempo y esfuerzo las cosas pueden repararse. Seguro. Pero, ¿por qué gastar tiempo y esfuerzo para arreglar algo cuando se puede conseguir otro nuevo?

“¡Absurdo!”, tal vez diga usted. El impacto de los estímulos subliminales es algo comprobado. Esto no es diferente. Ha habido un sutil adoctrinamiento para fomentar la actitud de “no se moleste en arreglar algo cuando puede conseguir uno nuevo”.

No estoy diciendo que debemos volver a los pañuelos de tela y a las lapiceras fuente caras; pero sí debemos ser conscientes que, inadvertidamente, podemos haber caído en una actitud errónea. Las personas no son objetos. Si algo se descamina en una relación, ya sea entre amigos o entre esposo y esposa, debemos hacer todo lo posible para ver si puede arreglarse.

Por cierto, la ciencia médica nos ha dado la magia de los trasplantes de órganos. Solo cuando el corazón o un riñón están irreparablemente enfermos, podemos reemplazarlos. ¡Qué tonto sería si uno quisiera someterse a un transplante de riñón solo por una infección leve!

Una lavadora de ropa reparada puede no ser tan buena como una nueva, pero una relación restaurada, que se inició con amor, es mucho mejor que una nueva.

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El Matrimonio No Descartable


El ir por la vida con un cónyuge a quien amamos es una de las mayores satisfacciones. Un pequeño porcentaje de nosotros posee un don natural para ello; el resto, debemos aprenderlo.

¿Cómo se hace? ¿Cómo mantenemos vivo y sano un matrimonio por treinta, cuarenta, cincuenta años? Se me ocurrió que la mejor manera de averiguarlo es preguntarle a quienes lo lograron.

Al entrevistar a varias parejas que tuvieron relaciones duraderas y llenas de amor, encontré que todas tenían un denominador común: amor y aceptación incondicional del compañero de la vida, tal como él o ella es.

Uno de los caballeros de más edad con quien hablé lo expresó de esta manera: "Yo digo a mi esposa: no hay nada en el mundo que puedas hacer para que deje de amarte, así que ni siquiera te molestes en intentarlo; estarías perdiendo el tiempo".

Si estamos enojados uno con el otro", dijo también ese esposo, "pedimos disculpas y arreglamos la cosa rápidamente. De todas formas, dado que vamos a vivir juntos por el resto de nuestras vidas, ¿por qué no hacer que el viaje sea agradable?"

Esa es otra habilidad que esas parejas parecen haber adquirido, la habilidad de encarar rápidamente los desacuerdos y quejas que surjan entre ellos. La mayoría de nosotros tendemos a esconder bajo la alfombra los pequeños problemas, con la esperanza de que, si no los encaramos y solucionamos, desaparecerán automáticamente. En la mayoría de los casos no es así. Imagine que usted está viajando por un camino, y llega a una bifurcación.

Si toma la senda equivocada, puede terminar a muchos kilómetros de donde quería ir. De la misma manera, los problemas complejos de las relaciones de una familia a menudo pueden rastrearse hasta un malentendido
menor. Cuanto antes nos demos cuenta de nuestro error, más fácil será solucionarlo.

Otra pareja de ancianos me dijo: "No esperamos a que nuestras relaciones se agrien y luego buscar una solución. En lugar de ello, somos pro-activos, leemos libros y asistimos a talleres y conferencias sobre mejora de las relaciones, y pensamos constantemente en cosas que podemos decirnos uno al otro para que el otro se sienta amado".

La regla que dice: "Si no está roto, no lo arregles", no vale para las relaciones. Aprendiendo constantemente a mejorar y reforzar nuestra habilidad de relacionarnos, efectuando pequeños actos de bondad y amabilidad hacia nuestro cónyuge, podemos hacer que nuestra relación mejore constantemente. Una relación que no está mejorando de manera regular, está retrocediendo.

Cuando di ese consejo a una pareja durante una consulta, el esposo me telefoneó al día siguiente, preguntándome: "¿Cómo puedo hacer pequeños actos de bondad y amabilidad hacia mi esposa cuando estoy enojado con ella?".

A lo que respondí: "El hecho de que usted no se sienta con ganas de hacerlo es, en sí mismo, una prueba de lo necesario que es para vuestra relación que usted comience inmediatamente a realizar actos de amor y amabilidad hacia su esposa. Cuanto más lo haga, más ganas le vendrán de hacerlo".

Inténtelo, ¡funciona!

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Recargá tu Matrimonio


La semana pasada mi esposo me sorprendió con una lindísima idea. "¿Qué te parece si ambos dejamos dos días libres de compromisos y nos vamos? Solo tú y yo. ¿Nos tomamos un descanso de los niños, del trabajo, del ritmo frenético de vida y nos dedicamos a disfrutar de nuestra mutua compañía?

Estas palabras fueron como música para mis oídos. Todos los expertos matrimoniales sugieren unas vacaciones, y con una buena razón: para darle un nuevo impulso al matrimonio y poder recargar las baterías. Pero fue recién cuando estábamos en el coche, saludando a nuestros hijos ese domingo de tarde, que pude creer que realmente nos íbamos por dos días.

Nuestro destino (una sorpresa elegida por mi esposo para mí) fue el hermoso entorno de las Cataratas del Niágara, apenas a una hora y media de nuestro hogar. Sin duda la elección fue ideal, un lugar lo suficientemente alejado como para que sintiéramos que estábamos de vacaciones, pero no tan lejos como para que no pudiéramos vigilar a los chicos, o volver en caso de necesidad. El plan era que íbamos a estar ausentes desde el domingo de tarde hasta el lunes de noche, tiempo suficiente como para darnos un respiro de la vida diaria, pero bastante corto como para poder organizar nuestras agendas de trabajo y que nuestra ausencia no se notara demasiado.

Mi esposo planificó todo nuestro itinerario, completando los días con una mezcla de divertidas y disfrutables actividades y excursiones. Quedé asombrada por todos los pequeños detalles en los que pensó por anticipado, todo lo que averiguó y coordinó para hacer que nuestro viaje fuera tan espectacular como finalmente resultó. Pensó en todo, y los dos días fueron totalmente felices, permitiéndonos recargar y revigorizar a ambos.

Durante nuestro camino de vuelta, volví a agradecerle a mi esposo por este viaje tan memorable y los dos resolvimos tratar de repetirlo más a menudo. "¿Sabes lo que realmente me gustó más?" Y, mientras yo le seguía comentando, me di cuenta que le había picado la curiosidad. "¡Fue el hecho que tomaste la iniciativa para concretar esta idea!" Aunque el viaje no hubiera sido tan perfecto o bien planificado como resultó, o el alojamiento menos pintoresco o con alguna falla en el itinerario, para mí seguiría siendo perfecto porque te tomaste el tiempo e hiciste el esfuerzo para demostrar que nuestra relación te era importante. Pero lo que esto significa para mí –incluso si todo hubiera salido mal- ¡es que tú lo organizaste pensando en mí!"

Entonces, ¿cuál es el mensaje que quiero transmitir? Primero, para todos los esposos que estén leyendo esto, tomen la iniciativa para demostrarle a vuestras esposas que para ti esta relación es prioritaria. Unos días lejos de casa es una buena forma de empezar. Pero si esto no fuera posible, cualquiera sea la manera en que quieras demostrar que te importa, no te sientas intimidado por la idea preconcebida que tiene que ser algo extraordinario. Solamente el hecho que estés dando el primer paso y que estés usando tu ingenio hará que ella se sienta increíblemente amada y especial.

Además, estuve pensando que nuestra conexión con D-os es también una "relación". D-os nos dice: "Abre para mí una apertura del tamaño de la punta de una aguja y yo abriré para ti la apertura del tamaño del portón del Ulam1.

Por supuesto, D-os puede hacer todos los "arreglos" necesarios en nuestras vidas de una manera mucho mejor y más perfecta que nosotros. Pero, quizás se nos esté pidiendo que dejemos un poco de tiempo libre de nuestros compromisos para demostrar que nuestra relación con nuestro Creador es una parte verdadera e importante de nuestras vidas.

Quizás, también acá, nuestros esfuerzos no necesiten ser perfectos. Nuestras acciones no tienen porque tener un paisaje perfecto y pintoresco como telón de fondo. Ni los planes tienen que estar libres de fallas. Simplemente debemos tomar la iniciativa.

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El Matrimonio Mixto. Un enfoque contemporáneo.


Uno de los temas más preocupantes y poco entendidos es el de los matrimonios "mixtos". Además de la falta de información objetiva al respecto, es un tema muy complejo emocionalmente.

Por un lado, los padres sienten que cuando un hijo se casa con una persona que no es judía, está rompiendo la perpetuación de la cadena judía milenaria y no lo quieren permitir. Por el otro lado, hay una incomodidad de manifestar abiertamente la oposición al matrimonio mixto, ya que tiene implicancias racistas. ¿Por qué descartar a una persona como pareja solamente por el hecho de que no haya nacido de vientre judío?. Parece ser una actitud discriminatoria.

Me parece que hay que subdividir el tema en partes:
  1. ¿En qué se basa la oposición al matrimonio mixto?
  2. ¿Cómo se puede aceptar dicha actitud sin contradecir el instinto natural que el judío tiene de luchar en contra de la discriminación, especialmente luego de todo lo que hemos sufrido en carne propia como pueblo, a raíz de la discriminación racial?
  3. ¿Qué argumento se le puede dar al amigo o amiga no judío, o a sus padres, para explicar el motivo por el cual uno no quiere considerar la posibilidad de matrimonio con el o ella?
Las Bases
La fuente primaria en la cual se basa la prohibición para el judío de casarse con alguien que no lo es, está en la Torá (Deut. 7:3): "No te cases con ellos (los gentiles, de los cuales hace mención en los versículos anteriores), no des a tu hija al hijo de él, y no tomes la hija de él para tu hijo".

El motivo de dicha prohibición sigue en el siguiente versículo: "Porque él va a desviar a tu hijo de Mi y servirán a dioses ajenos..." (se puede entender el término "dioses ajenos" también como ideales que no conforman con los de la Torá, por los cuales uno inclina la cabeza y les rinde culto).

Nuestros sabios señalan el Talmud (Ievamot 23a) y el comentarista Rashi lo trae en su comentario sobre el versículo citado, que de la expresión precisa de dicho versículo ("el (y no ella) va a desviar a tu hijo") se desprenden dos cosas. En el caso de que tu hija se case con el hijo de ellos, el "hijo de ellos" (esposo de tu hija) va a terminar alejando a tus hijos (o sea, nietos) del camino de la Torá. En el caso de que tu hijo se case con la "hija de ellos", ya los nietos que nazcan no están considerados como tus hijos, sino hijos de ella, o sea ya no son judíos.

Queda claro entonces, que aquí no se trata de una discriminación racial que nace del rechazo subjetivo y personal que el judío tenga para con el gentil. Se trata de una orden Divina objetiva que viene acompañada de una explicación. Si tu hijo se casa con una mujer no judía, los hijos de ella ya no serán considerados tus hijos. En el caso que tu hija se case con un hombre no judío, inevitablemente los nietos se desviarán muy lejos del camino del judaísmo aunque sigan siendo judíos. Teniendo en cuenta que el deber principal del judío es cumplir con sus obligaciones como tal, respetando los preceptos de la Torá, es evidente que deviene indispensable casarse entre judíos, porque, de lo contrario no podrá cumplir debidamente con sus responsabilidades fundamentales de manifestar la dimensión Divina en el mundo, que es posible solamente por medio del cumplimiento de Su voluntad.

Para entenderlo mejor, hace falta aclarar un punto más. No solo que está prohibido para el judío casarse con una persona que no lo es, sino que es imposible que se case. Puede haber convivencia y puede haber cohabitación, puede haber, incluso, procreación, pero no existe matrimonio.

Las leyes de la Torá son tan (o más) objetivas como las leyes de la Naturaleza. Del mismo modo que uno no puede alterar la Gravedad, por ejemplo, no puede alterar las leyes de la Torá. El estudio de la Torá no tiene como objetivo inventar las leyes de la vida, sino descubrir la estructura Divina inherente en la existencia.
¿Qué es el Matrimonio?

Si nos ponemos a analizarlo, resulta bastante desafiante tratar de explicar cuál es la función del matrimonio en general. Si dos personas se quieren, ¿Por qué no vivir juntos?. El día en que no quieran compartir más sus vidas, cada uno puede irse por su lado! Aún en el caso que se casen, el día que no quieren vivir más en pareja, existe el divorcio que los separa. Así que ¿cuál es la función del matrimonio?

Generalmente la gente contesta que es nada más que un formalismo, una norma de la sociedad para "legalizar" la pareja. Pero si lo analizamos un poco, decir que el matrimonio es nada más que una norma social, implica que no tiene un sentido verdadero. Es arbitrario. Entonces, si a uno no le importa la autoridad y/o el estigma social, ¿está bien que viva en pareja y que tengan hijos sin casarse?

Si llegamos hasta el fondo del asunto, creo que no queda otra alternativa que la que entiende a la institución del matrimonio como una idea Divina. El concepto de casarse tiene su origen en la Torá. Aunque hayan muchas sociedades que no se basen en la Torá, y aún así tienen asumidos el concepto del matrimonio, no quita el hecho que en su origen, el verdadero sentido es Divino.

Para dar un ejemplo: ¿De dónde viene la semana de siete días? ¿Por qué no ocho o seis? El ciclo semanal de siete días nace con los siete días de la Creación. Para el que acepta la Torá, el ciclo semanal tiene un sentido espiritual profundo. Para el que no cree en la Torá, la semana de siete días no tiene sentido alguno. Del mismo modo es en cuanto al matrimonio. Para el que no cree en la Torá, el concepto del matrimonio no tiene mucho sentido y razón de ser. Es simplemente un trámite para registrar formalmente a la pareja para que los hijos del padre lo puedan heredar. Para el que cree en la Torá, el concepto de matrimonio asume una importancia y significado mucho más profundos y sustanciales.

Las fuentes talmúdicas y cabalísticas enseñan que el matrimonio no es meramente la unión entre dos individuos totalmente independientes entre sí, sino que es una reunión entre dos mitades de una y la misma unidad. La pareja comparte la misma alma que, al nacer, se dividió en dos mitades. Al casarse, vuelven a reunirse y completarse. Se trata de una unión no sólo a nivel físico, emocional y/o intelectual, sino de una unión a nivel esencial. Hay almas que son compatibles y almas que no lo son. Además del caso del matrimonio mixto, la Torá enumera una cantidad de "uniones matrimoniales" que no son consideradas válidas, por ejemplo el "casamiento" entre hermanos biológicos o un hombre con una mujer casada, o sea el incesto y el adulterio. No se trata simplemente de prohibiciones, sino de hechos. En estos casos no rige el matrimonio, aunque sea posible cohabitar y procrear.

Así, que, es muy fácil explicarle a una persona no judía que uno no puede casarse con ella. No se trata de un defecto que tiene. Se trata, nada mas ni nada menos, de una concepción de matrimonio delineada en la Biblia a la cual uno se siente atado. Un caso hipotético: ¿qué pasaría si un chico y una chica (ambos judíos) deciden casarse y están profundamente enamorados y media hora antes de casarse se enteran que son hermanos biológicos? ¿Se casarían?. Obviamente, el hecho que no pueden casarse no implica un menosprecio o que el amor profesado fue falso. El amor es un factor importante en una relación de pareja, pero no es el único factor.

Puede suceder que un joven judío encuentre compatibilidad con una persona que no lo es y quiere formar su familia con esa persona. Dicha compatibilidad es posible solamente en el caso que ninguno de los dos manifieste el potencial esencial que los distingue. Mientras al judío no le importe su judaísmo y al no judío no le importe su fe, marcha todo bien. ¿Qué pasa el día que alguno de los dos se despierta y decide dar importancia a su identidad más profunda y esencial? Aparece, entonces, la incompatibilidad. O sea, dicha relación puede funcionar mientras que los integrantes "no existen" plenamente. En el momento en que cualquiera de los dos "aparece", la relación no tiene más sentido y desaparece.

Conozco unos cuantos casos de parejas mixtas que estaban muy enamorados hasta el momento en el cual nacieron sus hijos. Ahí empezaron las discusiones muy fuertes en cuanto a su educación, por más que hasta el momento ambos habían resuelto el tema teóricamente. La madre judía quiere circuncidar al hijo, por ejemplo, mientras que el padre no-judío se niega a que su hijo sea diferente a él, etc. De golpe, salta al primer plano la incompatibilidad, pero ya es bastante tarde -- hay un hijo de por medio al cual cada uno de los padres y los abuelos quiere llevar a su redil...

Claro que se puede traer ejemplos de parejas judías que viven con muchos conflictos, pero hay que examinar si su vida se lleva realmente de acuerdo a las normas delineadas en la Torá. Por lo menos, la pareja judía tiene siempre el potencial de lograrlo.

Surge la pregunta: ¿Qué pasa en el caso de un judío no-practicante o ateo? ¿Sigue siendo relevante esa incompatibilidad? Si uno no practica el judaísmo ¿por qué darle importancia justamente en el momento de elegir la pareja?

Para entender esto, hace falta definir otro concepto básico: ¿Qué es el ser judío? ¿Qué es lo que distingue al judío de su vecino que no lo es? Aclaro que no estoy preguntando ¿Quién es judío? sino ¿Qué es? Ya que la respuesta a la pregunta de ¿Quién es? Es obvia: el que nace del vientre de una mujer judía o se haya convertido en judío de acuerdo a las normas estipuladas en la Torá, pero no responde a la pregunta de ¿qué es?

Generalmente me contestan que ser judío significa "sentirse parte del pueblo judío", pero esa respuesta sirve solamente para trasladar la pregunta, ya que ¿Qué es, entonces, el pueblo judío? ¿Un pueblo compuesto de individuos que no tienen otra definición mas allá de pertenencia a un pueblo que no tiene definición? Es como decir que un árbol es integrante de un bosque. El razonamiento es al revés. Una vez que sé lo que es un árbol puedo definir lo que es un bosque: un conjunto de árboles, pero, ¡no puedo definir al árbol, diciendo simplemente que es algo que es parte de un bosque!

También es obvio que no es válido definir al judío por el cumplimiento de las Mitzvot, porque también allí el razonamiento es a la inversa: se tiene la obligación de cumplir con las Mitzvot debido a que se es judío, y no se es judío porque se cumple con las Mitzvot. ¡Téngase presente que un niño recién nacido es judío aunque no haya cumplido con ninguna Mitzvá y no tenga fe consciente alguna
!
¿Qué es, entonces un judío?
Luego de años de estudiar el tema y una cantidad sinfín de conversaciones con judíos de todo nivel de práctica religiosa y orientación filosófica, creo que la definición más contundente es que lo que distingue al judío es la Neshamá (alma) que posee. El alma del judío es diferente al alma del no judío. Tienen potenciales, características y necesidades diferentes. Cada judío tiene la misma esencia que cualquier otro, la cual hereda de su madre. Es el común denominador que relaciona al judío ruso con el sirio, yemenita, canadiense o marroquí a pesar que no hablen el mismo idioma y tengan idiosincrasias diferentes. La única diferencia entre un judío y otro es simplemente el grado de manifestación de esa esencia que logra expresar. En algunos, dicha esencia se manifiesta en cada momento, en otros se la ve una vez al año y en otros, puede llegar a expresarse una sola vez en la vida.

Esto no va en contra de la aspiración de ser un ser "universal", ya que para poder realmente ser un ser "universal" hace falta cumplir debidamente con la función específica que uno tiene dentro de la realidad universal. Ser un ser "universal" no implica negar el rol particular que uno tiene, sino insertarse en la sociedad con una identidad y objetivo bien definidos.

¿Cuál es la característica especial de la Neshamá?
Rabí Schneur Zalman de Liadí, fundador del Movimiento Jabad, lo define de la siguiente manera: " Un judío no quiere ni puede apartarse de D-os". Puede ser que el judío no esté consciente que por medio de una acción u otra esté afectando su relación con D-os, pero al estar consciente de las consecuencias de sus acciones, no quisiera perjudicar dicha relación. Cada judío tiene una "línea roja" por la cual no está dispuesto a pasar aunque tenga que pagar por ello con su vida.

Muchos judíos lo son muy a pesar suyo. Pasan su vida negando su condición de judío, pero en algún momento inesperado, cuando sus defensas están bajas, y están distraídos, salta. Muchos judíos invierten tiempo, energía y recursos en negar su condición de tal. Esta conducta es una prueba más de su condición de judío inalterable, ya que si así no lo fuera, ¿por qué les importa tanto negarlo?

Así que el problema no empieza cuando un chico se casa con una chica no judía. El problema radica en que ha sido privado de una educación y formación judías a tal punto que ya ni se da cuenta de lo que es y de la incompatibilidad básica y esencial que existe entre él y su novia no judía.

Para muchos, la oposición al matrimonio mixto parece ser una actitud elitista, incluso racista. ¿Por qué negarle a un hijo casarse con una chica sólo por el hecho que no sea judía? ¿Qué diferencias prácticas hay entre su comportamiento y el de ella?

Quizás estaría de acuerdo con quienes opinan así si no fuera por el hecho que atribuyo esa actitud irracional por parte de los padres a la Neshamá que poseen, a pesar de todo. La Neshamá no los deja aceptar con brazos cruzados el pasar esa "línea roja" que corta la cadena en forma tajante aunque ellos mismos no sepan explicar por qué les molesta tanto.

¿Qué pasa con la Conversión?
Una de las "soluciones" que la gente propone para solucionar el dilema del matrimonio mixto es "convertir" al novio/a no judío/a en judío/a.

¿Es una solución válida?

Encontramos que el judaísmo reconoce la posibilidad de convertirse en judío. El proceso de "Guiur" (Conversión) es muy simple. Consiste en tres pasos: 1) Circuncidarse (en el caso de un hombre); 2) Sumergirse en una Mikve (baño ritual); 3) Aceptar el cumplimiento de la Torá en su totalidad. Dichos pasos tienen que realizarse ante un tribunal rabínico válido. (Un tribunal rabínico válido quiere decir tres rabinos que aceptan la Torá como palabra Divina y cumplen con sus preceptos en su vida personal.)

El judaísmo no es proselitista, ya que entiende que no hace falta ser judío para merecer la gracia de D-os y un lugar en el Mundo Venidero. Para un gentil, hace falta cumplir con el código de leyes conocido como las "Siete Leyes de los Hijos de Noé" para merecer el lugar máximo en el Mundo Venidero. En el caso que un no-judío desea - con sinceridad - convertirse en judío y asumir una vida de acuerdo a las normas delineadas en la Torá, lo aceptamos con brazos abiertos.

Es evidente. Que en el caso que uno quiere convertirse al judaísmo para poder casarse con un/a judío/a, es poco probable que su "conversión" sea sincera.

Me viene al recuerdo una anécdota de un chico judío que decidió casarse con una chica no judía. Los padres del chico insistieron que la chica vaya a estudiar algo de judaísmo antes de aceptarla como nuera. La chica se fue a una institución religiosa para estudiar los fundamentos del judaísmo. Por mas que el motivo inicial para ir a estudiar fue simplemente para aplacar a los futuros suegros, en el transcurso de sus estudios descubrió un mundo nuevo que la atrajo de verdad y se dedicó a los estudios con un interés genuino. Pasaron los meses y el chico la llamó para saber cuándo se iban a casar. '¿Cómo?,' preguntó la chica. '¿Piensas que me interesa casarme con un chico que estaba dispuesto a casarse con una chica no judía?'

Hay quienes argumentan que si no aceptamos dichas "conversiones" o parejas "mixtas", terminaremos alejando a los jóvenes judíos quienes contraen "matrimonio" con parejas no judías o convertidas "cosméticamente". En cambio, si los aceptamos, estamos "ganando almas" para el pueblo judío.

En primer lugar, el judaísmo no es un negocio y menos cuando esté basado en mentiras y engaños. El judaísmo se basa en tratar de cumplir al máximo de nuestra capacidad con la voluntad de D-os. No hay que estar más preocupados por el futuro del pueblo judío de lo que D-os mismo lo está. D-os también conoce dicho argumento y sus "beneficios" para el futuro de dichos individuos y para el pueblo judío. No obstante, dice claramente en la Torá (Deut.7: 7), que no tiene preferencia por el pueblo judío debido a su superioridad en cantidad ni en poder, sino por su cualidad de la humildad y por el pacto que ha hecho con nuestro patriarca Abraham. El pueblo judío ha sobrevivido a todos sus opresores, no gracias a su viveza, dinero o poder político, sino gracias a su sinceridad, autenticidad y auto sacrificio para preservar dicha pureza y autenticidad.

Además: por más que quisiéramos y por más que nos parezca conveniente aceptar dichas 'conversiones', no está en nuestras manos negar o cambiar los hechos. No está en nuestras manos hacer ese 'favor', de la misma manera que no está en nuestras manos hacer el favor a unos padres quienes querían un hijo varón y les nació una hija. Podemos hacerle a la niña cambios cosméticos, pero no deja de ser otra cosa que una mutilación engañosa y cruel.

Es interesante notar la expresión que el Talmud (Ievamot 48b) utiliza al hablar de 'conversos' (auténticos): 'Guer shenitgaier kekatan shenolad dami'. Quiere decir: Un converso que se convirtió está considerado como un bebé recién nacido.

Cuando el Talmud habla de un esclavo que se liberó, no dice un 'liberado' que se liberó, sino un esclavo que se liberó. ¿Por qué, entonces, al hablar de un converso no se dice un gentil que se convirtió, sino un converso que se convirtió? También, ¿por qué se compara al converso con un niño recién nacido?

Nuestros sabios lo explican de la siguiente manera:

Un converso auténtico es una persona que, aunque haya nacido de un vientre no judío, nació con una Neshamá, un alma judía. Es esa Neshamá la que le empuja a 'convertirse'. O sea, en cierta manera, podemos decir que nació (destinado o con una predisposición a convertirse en) 'converso'. Por ese motivo es que se le compara con un 'bebé recién nacido'. Un bebé recién nacido, hace nueve meses que existe. La diferencia entre el momento antes de nacer y después de nacer es que antes de nacer no es un ser independiente. Del mismo modo, un 'converso' antes de pasar por el proceso de conversión se considera como un judío en estado 'embriónico' y no tiene las responsabilidades de un judío. Una vez que se convierte, se transforma en un judío pleno. Pero, como señalamos antes, para que dicha transformación ocurra, hace falta pasar por el proceso de conversión auténtico y no por los procesos 'cosméticos' que abundan y se hacen pasar por opciones mas 'abiertas'.

Hay quienes preguntan: ¿Por qué hace falta que el converso sea más practicante que la mayoría de los judíos, quienes no lo practican plenamente y no se consideran "religiosos" y aún así no pierden su condición de judíos? En otras palabras: si el judío no-practicante está considerado judío, ¿por qué no se considera como judío a una persona que se haya 'convertido' por medio de una 'conversión' que no concuerda con la Halajá?

La respuesta es muy sencilla. Un judío de nacimiento es judío a pesar de todo lo que piense, hable o haga. La misma Torá que determina este hecho, dice también que uno que quiere convertirse en judío debe - antes que nada - aceptar cumplir con la Torá en su totalidad para que sea aceptado como tal. Si uno dice que está dispuesto a aceptar los 613 preceptos, pero que hay uno solo que no le gusta y no lo quiere aceptar, se le dice '¿Quién te obliga a convertirte en judío?' ¡Es preferible que no se convierta y que siga cumpliendo con su misión en la vida como no judío, a que se convierta en judío y caiga en infracción!

En realidad, es un criterio muy entendible. Si uno nació en el Uruguay, por ejemplo, la ley uruguaya lo considera como uruguayo, haga lo que haga. En cambio, si uno quiere adquirir la ciudadanía uruguaya, pero dice que no está dispuesto a reconocer como válida alguna cláusula de la constitución uruguaya ¿lo aceptarán? Claro que no. Si no le gusta la constitución uruguaya, pues que busque su ciudadanía en otro país con cuya constitución esté de acuerdo... Uno que no quiere reconocer a la constitución uruguaya en su totalidad puede ser aceptado como residente extranjero pero no como ciudadano legal. El ciudadano naturalizado debe aceptar la constitución del país como autoridad máxima para que se le otorgue la ciudadanía. ¿Acaso alguien quiere sugerir que sea más fácil convertirse en judío que asumir una ciudadanía? ¿Acaso las leyes Divinas son mas negociables que las leyes humanas?

El Verdadero Problema
En realidad, el matrimonio mixto es un síntoma de un problema mucho más importante: la falta de educación judía adecuada.

¿Qué tipo de educación judía estamos dando a nuestros hijos? ¿Les estamos dando realmente las experiencias y herramientas para que puedan entender y valorar por qué y para qué son judíos?

También: ¿Qué pasa con nuestra propia educación judía? ¿Cuánto tiempo dedicamos nosotros, los padres, a nuestro propio desarrollo espiritual personal? ¿Cuál es la autoridad máxima en nuestra propia vida personal? Si yo hago solamente lo que me gusta o me conviene y no reconozco la obligación de acatar a una autoridad superior ¿cómo puedo pretender que mi hijo no haga lo mismo? Claro, que me va a decir: '¡Papá! ¡Tu haces lo que quieres, déjame hacer lo que yo quiero!' Si el padre no reconoce ninguna autoridad moral, ¿por qué pretende que el hijo le haga caso? ¿Sólo por el hecho que lo haya engendrado?

La prioridad máxima hoy en día debe ser la educación judía. No podemos conformarnos con el mínimo que reciben en las escuelas y liceos. Debemos exigir el máximo. ¿Acaso mandaríamos a nuestros hijos a un liceo en el cual, al salir, no sepan calcular el área de un círculo? ¿O que no sepan quién fue Napoleón? ¿Por qué nos conformamos con un sistema educativo del cual salen sin saber leer ni entender ni una página de la Biblia o del Talmud en su texto original o sin saber quiénes fueron y qué dijeron Rabi Akiva, Abaye, Rava, Rashi, Rambam y Rabi Iehuda Halevi?

Quisiera concluir compartiendo un episodio que me pasó poco después de haber llegado al Uruguay y la lección que aprendí.

Nuestro hijo mayor había nacido, y debido a nuestra inexperiencia como padres, y menos en un país nuevo y todavía en una época en la cual cada dos por tres hubo paros, no llegamos a inscribirlo en el registro civil dentro del plazo normal. Como consecuencia de esto, hubo que tramitar una inscripción tardía, un proceso que llevaba meses.

En el interín, mi Sra. y yo quisimos viajar con nuestro hijo al exterior. Debido a que somos ambos ciudadanos norteamericanos, le hicimos a nuestro hijo un pasaporte norteamericano.

Llegamos todos al aeropuerto de Carrasco, prontos para viajar. Al llegar a migraciones, el oficial nos solicitó la documentación uruguaya de nuestro hijo. Le explicamos el motivo por el cual no la tenía y nos dijo que no podía salir del país.

¿Cómo, no podemos viajar con nuestro hijo?' pregunté. 'Tiene un pasaporte norteamericano!'

'Para nosotros es uruguayo, y no puede viajar sin documentación uruguaya,' nos explicó.
'Pero, es nuestro hijo!' insistí.
'Es uruguayo,' reiteró el oficial de migraciones.
No viajamos ese día.
Aprendí de ese episodio una enseñanza impresionante. Por más que mi hijo es mi hijo, mis derechos no anteceden los derechos del Estado.

Lo mismo es aplicable en cuanto a nuestra relación con nuestros hijos. Antes de pensar en nuestros derechos sobre ellos, debemos pensar en los derechos que el pueblo judío tiene sobre ellos y los derechos que nuestros propios hijos tienen, para que les demos todas las herramientas posibles para que puedan valorar y vivir su judaísmo plenamente.

Epílogo
Unos 19 años después de dicha conversación con el oficial de migraciones en el Aeropuerto de Carrasco, tuve oportunidad de conversar nuevamente con otro oficial mientras estábamos realizando un trámite. Le comenté la historia que había sucedido hace unos 19 años y la lección que aprendí.

"Está Ud. equivocado," me dijo. "No es que los derechos del Estado anteceden los derechos de los padres. Es que el Estado tiene la tarea de proteger y defender los derechos del niño."
El paralelismo con el judaísmo me quedó más que claro.
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* El autor del artículo agradece profundamente al Dr. Jacobo Hazan por su ayuda en pulir la semántica y articulación de este trabajo.

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