20 enero 2010

El Día que Internet Murió


Por Menachem Krinsky


Sucedió... el hecho trágico, espantoso, lo peor que podía pasar, pasó. Internet dejó de funcionar.

Silencio total. No se trató de un tema de conexión lenta. Tampoco de servidores sobrecargados que necesitaban una rápida actualización. Simplemente eso, el sistema se detuvo.

Nada. Nada de nada. Me siento como si hubiera viajado en cohete a Marte y ahora no tengo absolutamente ninguna conexión con la galaxia exterior que me rodea.

Bueno, no llegamos a Marte. Fue solamente un jardinero descuidado que se las arregló para cortar el cable de conexión.

De modo que aquí estoy… dando vueltas, un tanto agotado por la situación. Me siento perdido. ¿Cómo ver las últimas noticias sobre lo que pasa en el mundo? No puedo. ¿Cómo saber quién ganó el partido de anoche de anoche? No puedo. ¿Cómo chatear con mis amigos para ver si hicieron algo genial en los últimos cuarenta segundos? No puedo.

Paso todo el día conectado al ciberespacio y lo uso más como una necesidad que un lujo. Toda mi comunicación comercial depende de Internet, si no cuento con este servicio no puedo trabajar. Es así. Probablemente no necesite disponer de Internet para producir mi trabajo, pero es indudable que el no poder contar con el servicio tiene un importante rol psicológico.

Me tomé el día libre, así que mañana tendré el doble de trabajo. Pero voy a sobrellevarlo. Fui al parque, jugué unos picaditos con mi hermano, trepé a un árbol, me tiré a la pileta del patio. Disfruté de un asado en familia. Me aflojé un poco y volví a vivir todas esas experiencias de antes. No hay a dónde correr, nadie a quien perseguir. Las noticias de última hora de CNN tendrán que salir al aire sin mí.

Es triste pero cierto. Este es el mundo en el que vivimos en la actualidad. Todo gira alrededor de Internet. Posiblemente ni te llegues a dar cuenta hasta qué punto dependemos diariamente de Internet. Nos sentimos perdidos si no podemos contar con este servicio.

¿Mi consejo? Corta tu cable de Internet. Hazlo solo por divertirte un rato. Para revivir los tiempos en que no sabíamos qué estaban almorzando nuestros amigos que vivían del otro lado del país, cuando hablábamos por teléfono con la gente. Para volver a los días en que ir al parque para jugar unos picaditos con un hermano no era algo fuera de lo común. Hazlo para seguir viviendo normalmente.

Bueno, tampoco te voy a mentir... fuimos al hotel que queda en la otra cuadra con nuestras laptops, para poder inhalar algo de Wifi. Pero nos aguantamos hasta las 9 de la noche.

De modo que acá estoy. Querría enviar esto por e-mail para revisar el texto, pero no puedo. No tengo Internet.

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Una Respuesta al Terremoto de Haití de 2010

¿Por qué le has hecho mal a este pueblo?

Por Shais Taub

El rabino Shimon Pelman, de Republica Dominicana, organiza junto a oficiales dominicanos la ayuda enviada de la comunidad judía.
El rabino Shimon Pelman, de Republica Dominicana, organiza junto a oficiales dominicanos la ayuda enviada de la comunidad judía.


Es muy difícil comprender el significado de lo que un terremoto de una magnitud de 7.0 hace en una zona densamente poblada. Y más aun es difícil imaginar lo que significa cuando la mayoría de las personas afectadas ya están viviendo en condiciones de vida por debajo del promedio.

Haití es tenido como el país más pobre de América. Casi un tercio de su PBI es ayuda exterior. Está arruinado por enfermedades, guerra, huracanes, y ahora, terremotos. Es irreal. Cualquiera que diga que puede comprenderlo, claramente no entiende nada.

La mayoría de nosotros reaccionamos con compasión. Sentimos simpatía por los millones desplazados de sus hogares, que buscan a sus parientes perdidos y quedaron sin poder acceder aun a los más magros recursos.

Algunos de nosotros de alguna manera para donar rápidamente online para ayudar a aliviar la situación.

Y entonces están aquellos —realmente un número muy, muy pequeño —que se ocupan de interpretar para nosotros el significado del desastre. Tratarán de extraer lecciones morales de lo que ocurrió. Quizás encuentren algún motivo para explicar por qué el pueblo haitiano merece tan lastimosa mala suerte. Hicieron lo mismo después de Katrina y después del Tsunami. Son rápidos para imaginar por qué sufre la gente y mostrar a las víctimas como un aterrador ejemplo de la ira potencial de Di-s.

Por favor, no escuchen a aquellos que explotan el sufrimiento humano para su lucimiento retórico.

Ellos les dirán que Di-s nos quiere decir algo y que si no aprendemos de esto, habrá más calamidades.

Se esto porque es como ellos responden a toda tragedia que atrae la atención del mundo.

Lo que se resisten a admitir es que no tenemos idea de por qué esto ocurrió. No tenemos idea de por qué Di-s hace esto. No hay respuestas que podamos comprender.

¿Cómo debemos reaccionar? Quiero decir, en adición a ofrecer nuestra ayuda y nuestra simpatía. ¿Cómo se supone que debemos ver algo como esto?

Justo el sábado pasado, en las comunidades judías de todo el mundo leímos la primera porción del Libro del Éxodo —una porción que concluye con la queja de Moisés a Di-s "¿Por qué le has hecho mal a Tu pueblo?"
La respuesta a esta pregunta viene al principio de la lectura de Torá de esta semana, en la cual, básicamente, Di-s responde que los patriarcas Abraham, Isaac y Jacob, también tenían motivos para cuestionarLo, pero nunca lo hicieron. En otras palabras, Di-s no responde a la pregunta. Sino que le dice a Moisés que desde otra perspectiva —la perspectiva de los Patriarcas —nunca ocurrió que alguien formulara tal pregunta.
Realmente es bastante destacable. Di-s nunca respondió a la pregunta.

Me pregunto si esto se debe a que Moisés no podía comprender la respuesta… ¿O quizás sabía que podía?
No es para nosotros estar cómodos con el sufrimiento humano. Ciertamente no es para nosotros racionalizar o, peor aun, usar la falsa piedad para explicar audazmente lo inexplicable.

¿Tiene Di-s un plan? ¿Sabe lo que está haciendo? Si

¿Podemos explicar qué es? Si lo hacemos, mostramos que no sólo hemos perdido nuestros corazones sino también nuestras mentes.

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¿Por qué cosas malas le pasan a gente buena?

Por Yanki Tauber

Probablemente es la pregunta más vieja en la historia del pensamiento humano. Seguramente la más perturbadora, infrecuente e insatisfactoriamente contestada: ¿Por qué?

¿Por qué cosas malas le pasan a gente buena?

Todos hacen la pregunta: filósofos, teólogos, carniceros, panaderos, fabricantes de velas... Nadie realmente la responde. La Biblia dedica los 41 capítulos del Libro de Job al asunto, ofreciendo varias explicaciones interesantes para luego refutarlas todas, concluyendo que el hombre no puede entender los caminos de Di-s.



Para la mayoría, la protesta contra el mal es algo que hace emerger los propios enfrentamientos de uno con las áreas ásperas de vida. Un verdadero líder siente el dolor de su gente como suyo propio y su inagotable grito es el inagotable grito del sufrimiento humano.



No tomó mucho tiempo a Moisés emitir ese clamor. Poco después que Di-s se le apareció en la zarza ardiente para nombrarlo el liberador de Israel, Moisés regresó.



Y Moisés regresó a Di-s y dijo: "Mi Amo, ¿por qué haces el mal a este pueblo? ¿Por qué me has enviado? Pus desde que vine ante Paró a hablarle en Tu nombre, él maltrató aun más a este pueblo. Y Tú, no has salvado a Tu pueblo'' (Éxodo 5:22-23).



¿Y qué le dice Di-s? Espere sólo un momento más y verá que todo saldrá bien al final. Palabras alentadoras, sobre todo si vienen del propio Di-s; pero todavía ninguna respuesta para la suprema pregunta.



¿Fue una debilidad de Moisés protestar por la manera de Di-s de hacer las cosas? Una lectura superficial de los textos Talmúdicos y del Midrásh sobre el diálogo de Moisés con Di-s sugeriría que lo fue. Moisés es criticado por no estar a la altura de la fe incondicional de los Patriarcas; para algunas opiniones, incluso es castigado por su arrebato.



Pero una regla fundamental del estudio de Torá es que "la Torá no habla negativamente, ni siquiera de un animal impuro" a menos que haya algo positivo, alguna enseñanza que aprender. ¿Con qué propósito la Torá nos cuenta sobre el arrebato de Moisés?"





Algunos dirían que esto es para enseñarnos que incluso grandes hombres como Moisés pueden experimentar duda y desesperación. El Rebe de Lubavitch, sin embargo, tiene una visión diferente. La protesta de Moisés a Di-s, dice el Rebe, no era una falta de fe, sino un acto de fe del orden más alto.



De hecho, la pregunta/protesta/clamor, "¿por qué haces el mal a este pueblo? sólo puede salir de los labios de un verdadero creyente. El no creyente, también, puede enfurecerse por la crueldad y el sufrimiento que abunda en nuestro mundo, pero simplemente ¿con quién se enoja? ¿Con las ciegas maneras del destino? ¿Con el olvidado e impersonal dios de las leyes físicas y los procesos evolutivos? ¿Con las combinaciones aleatorias de quarks que constituyen el universo?



Incluso personas que creen en Di-s no necesariamente lo confrontan como lo hizo Moisés. Ellos pueden creer que Él no es el verdadero responsable de todo lo que respira en el mundo. Pueden no estar convencidos de Su suprema bondad. Pueden pensar que es en vano protestarle, ya que a Él no le importa cómo se sienten. O quizá simplemente todo está bien en sus vidas, y lo que les pasa al resto del mundo no los involucra.



El verdadero creyente, por otro lado, sabe que todo lo que pasa, simplemente pasa porque se Lo ordena desde arriba. Sabe que Di-s es esencialmente bueno y sólo emana bondad de Él. Y también sabe que el hombre puede hablar con Di-s y puede esperar una contestación a sus súplicas. Así que solo puede clamar: "¡Mi Amo, por qué has hecho mal a Tu pueblo?!"



Esto es lo que debemos aprender de Moisés. Debemos hablar a Di-s, confrontarlo, preguntarle: ¿Por qué hay maldad y sufrimiento en Tu mundo? Nosotros no sabemos lo suficiente para entender la respuesta; sin embargo debemos creer y ocuparnos lo bastante como para hacer la pregunta.

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¿Que es ser una buena persona?


Ser bueno es más importante para nosotros que casi todo lo demás en nuestras vidas. "El Bien" es un gran ideal. Inclusive puedes estar dispuesto a morir por él.

 
Queremos ser buenos, pero no es fácil. Si le preguntas a una persona malvada y a una buena persona la misma pregunta: "¿Eres una buena persona?", quién crees que dirá: "¡Yo soy bueno!" ¿La mala o la buena persona?

¡La persona malvada! El malvado puede golpear a su propia madre en el estómago y aún así pensar que es bueno. Si tú le dices: "¡Eso es terrible! ¿Cómo puedes hacer algo así?", él responderá: "Tú no entiendes. Ella me pidió que saque la basura. Si yo saco la basura, ¿quién sabe que otra cosa me pedirá hacer después? ¡Y esto puede seguir así eternamente!".

El hombre bueno saca la basura, pero cuando tú le dices: "Ah, yo veo que eres tan buena persona", él dice: "¿No lo has notado?, mientras sacaba la basura, le he pegado a mi madre en el estómago".

Tú le dices: "¿Qué estás diciendo? Yo te estaba mirando y tú no le has pegado a tu madre en el estómago".

Él te dice: "¿Pero no has visto que mientras la estaba sacando, me estaba quejando? ¿Tú sabes por qué me estaba quejando? Yo quería que ella se sienta mal. Yo quería golpearla justo ahí. Porque, ¿quién sabe? Ella me puede pedir que la saque otra vez mañana. De esta manera ya quedó registrada mi protesta".

La persona completamente justa, el tzadik, saca la basura y dice: "con todo gusto, mamá. Tú trabajas duro cocinando para todos; ¡es un placer hacer algo por ti!".
Cualquiera que ha tratado verdaderamente ser bueno sabe que no es fácil. Es por eso que es más difícil para la persona buena verse a sí mismo como bueno. La persona malvada, por otro lado, no se preocupa por ser bueno, y es por eso que nunca siente el esfuerzo. Es por eso que contesta rápidamente que él es bueno.
La persona que realmente trata de ser buena sabe cuán duro es el trabajo.
La persona que realmente trata de ser buena sabe cuán duro es el trabajo.

Encamina Tu Deseo a Ser Bueno

En el judaísmo, decimos que el esfuerzo para hacer el bien es el resultado de dos inclinaciones en conflicto, en cada ser humano. Por un lado, todos queremos ser buenos. Es por eso que cuando preguntas a la mayoría de la gente: "¿Eres bueno?", casi todos dicen: "Seguro". 

Porque básicamente, todos nosotros queremos hacer lo correcto.

Por otro lado, lleva esfuerzo ser bueno. A veces no tenemos ganas de hacer ese esfuerzo. A veces somos seducidos por cosas que nos tientan a ir en otra dirección.

Para tener éxito en la lucha por ser buenos, tú tienes que encaminar tu deseo innato a ser bueno y usarlo para tu bien. Si tú puedes usarlo efectivamente, no te imaginas cuánto poder te dará.

Para hacer esto, comienza recordando cada día que quieres ser bueno. Di cada mañana: "Hoy, yo quiero ser bueno". Hazlo parte de tus pensamientos, y comenzarás a ver un efecto claro a través del día.

Recuerda tu deseo de ser bueno especialmente cuando sientas ganas de hacer algo que no es tan bueno. Por ejemplo, cuando tu madre dice: "saca la basura". Puede ser que no tengas ganas de hacerlo, pero si sabes que es lo correcto, lucha contra el deseo de decir: "más tarde...olvídalo...".

El Conflicto Entre lo que Quieres y lo que Tienes Ganas
En un nivel más profundo, necesitas comenzar a desarrollar una conciencia de la lucha que se desata dentro de ti el hecho de que tú quieres ser bueno, pero a veces no tienes ganas. Por 
ejemplo:

quieres levantarte de la cama a tiempo versus tienes ganas de seguir durmiendo.

Quieres usar tu tiempo efectivamente versus tienes ganas de relajarte.

Quieres sabiduría versus tienes ganas de mirar TV.

Generalmente, lo que quieres hacer es lo correcto; lo lógico. Lo que tienes ganas de hacer es lo que sea cómodo y que no lleve esfuerzo. Esto es porque el conflicto es realmente un conflicto entre tu cuerpo y tu alma.

Tu alma quiere hacer todas las cosas correctas: amar a la humanidad, ser altruista, buscar la justicia, llegar a utilizar todo su potencial. Tu cuerpo quiere comer, dormir, codiciar.
Esas oportunidades para ser realmente talentoso generalmente requieren de esfuerzo para ser alcanzadas.
Tu alma quiere cosas que tengan permanencia. Esas oportunidades para ser realmente talentoso generalmente requieren de esfuerzo para ser alcanzadas. Tus deseos físicos, por otro lado, no tienen nada que ver con el futuro. Ellos buscan satisfacción momentánea.

El deseo es lo inmediato. Es un escape.
El querer es buscar lo permanente. Está arraigado en la realidad.

Por ejemplo: tú quieres hacer el último examen, pero no tienes ganas. Tu deseo es golpear al profesor en la nariz y decirle: "¡Quién necesita este diploma!". Tu alma dice: "Así es como te sientes ahora, pero tú sí quieres graduarte, porque quieres encontrar un buen trabajo y más allá de eso, tus padres se desilusionarán de ti si fracasas".

No es fácil ganarle a los deseos. Lleva dolor y esfuerzo. Pero si tú entiendes el conflicto, si puedes recordar que estás luchando, entonces podrás ganar la batalla.

A lo largo de la vida, pregúntate en cualquier situación: ¿qué es lo que mi alma dice sobre esto y qué es lo que mi cuerpo dice? Una vez que reconozcas la raíz del conflicto, estarás en el camino a superar el conflicto.

Aprende a Distinguir entre "Querer" y "Desear"

Algunas veces, sin embargo, tomar conciencia acerca de cuál es la cosa que deseamos y cuál es la que queremos puede ser muy confuso. A veces, nosotros damos por obvio que queremos ciertas cosas, pero nuestros deseos se meten en el camino y confunden nuestros pensamientos.

Por ejemplo: es obvio para nosotros que todos quieren ser felices.

Pregúntale a alguien: "¿Qué preferirías ser: rico o feliz?"

Probablemente te contestaría: "Prefiero ser feliz. Sólo dame suficiente comida, ropa y un hogar y tomaré toda la felicidad con gusto". Después de todo, ¿qué clase de tonto quiere ser un millonario triste y miserable?

Ahora bien, le dices: "vamos, dame una semana y te garantizo que te mostraré cómo ser feliz".

¿Qué te contestará? "Bueno, es muy interesante...Quizás algún día lo tomaré en cuenta".
Tu le dices: "hagamos un trato: si en un mes tienes éxito en incrementar tu felicidad, te daré $10 000".

¡Ahora mira cómo esa persona corre hacia ti!
¿Cómo es eso? ¿Qué es más importante para él: la felicidad o el dinero?

Por supuesto que la felicidad es más significativa. Pero el dinero está arraigado en nuestro deseo. Eso nos distrae de ir detrás de lo que realmente queremos.

El deseo físico confunde nuestro pensamiento, haciendo el objetivo de nuestro deseo tan atractivo que somos engañados y llegamos a pensar que eso es lo que realmente queremos.

A menos que hagas el esfuerzo por distinguir entre tus deseos y lo que quieres - y clarifiques qué aspecto está controlando tus acciones, es probable que confundas los dos y pierdas oportunidades valiosas para alcanzar tus metas.

Siendo Buenos nos Hacemos un Favor a Nosotros Mismos
La manera más poderosa de activar tu deseo por el bien es darte cuenta que ser bueno es una necesidad fundamental de la naturaleza humana. Cuando haces algo como ayudar a una anciana a cruzar la calle, más que hacerlo por ella, estás haciéndote un favor a ti mismo.

El auto respeto, la percepción de nosotros mismos como buenas personas, es tan vital como el oxígeno. Si un ser humano no piensa que es bueno, se marchita.

Aquí hay una ilustración: Imagina que eres un cirujano muy exitoso y famoso en el mundo. Todos te buscan, eres rico, tienes una hermosa esposa e hijos maravillosos. Todos te aman, y has sido nominado a ser el Presidente de los Estados Unidos.

Ahora estás viajando a través de Arabia Saudita con tres amigos. Una noche, mientras tus amigos iban a ver una película al cine, la policía secreta saudita llega hasta tu habitación en el hotel y dice: "Tus amigos son peligrosos espías. O nos dices dónde ellos están - o te matamos".

¿Qué harías?
Si tú los delatas, sería algo terrible de hacer. Por otro lado, tú puedes aún volver a California y nadie nunca sabrá lo que ha pasado. Ciertamente los sauditas no hablarán. Tú podrías aún ser presidente, tener una hermosa mujer e hijos maravillosos, y seguir siendo un famoso cirujano.

¿Qué harías?

¿Ves la lucha interna?

¿Qué pasaría si te piden matar mil niños? Tú matas 1000 niños y puedes volver a tu casa y a tu hermosa vida. ¿Tú crees que podrías acabar con 1000 niños inocentes porque quieres sobrevivir? ¿Te das cuenta que puedes matar a los niños...y luego volver a tu casa y pegarte un tiro?
Ser bueno es más importante para nosotros que casi todo lo demás en nuestras vidas.
Analizando estas preguntas descubrimos algo muy profundo en la composición de todo ser humano. Ser bueno es más importante para nosotros que casi todo lo demás en nuestras vidas. "El Bien" es un gran ideal. Inclusive puedes estar dispuesto a morir por él. Cuando estás convencido de que algo es lo correcto, también estarás dispuesto a morir por ello. Esta es la naturaleza común del ser humano. Cuando hay algo más importante que nuestras propias vidas, debemos hacer lo correcto.

Al pensar en esto obtienes una manera para saber lo que es importante para ti.
Si puedes apreciar por lo que estás preparado a dar la vida, entonces sabrás por lo que estás viviendo. Y si estás dispuesto a dar tu vida para ser bueno, entonces reconoces, profundamente, que no puede haber una meta más alta en la vida que ser bueno.

Entonces, ¡sal y vive para eso! ¡Aprovecha esa fuerza dentro de ti! Busca la sabiduría para entender cómo ser bueno. Hazlo tu meta en la vida. Has planes para lograrlo. Recuerda, no le estás haciendo el favor a nadie sacrificándote por esta causa. Tú estás haciendo lo que tu yo interior quiere.

Domina Tu Deseo para el Bien, Porque Sino él Tendrá el Control Sobre Ti
Presta atención. Asegúrate de no pasar tu vida siguiendo la definición del bien desde la visión de otra persona. Asegúrate de que lo que estás haciendo es realmente lo que quieres estar haciendo. Si tú no tomas control de tu deseo interno de ser bueno, él tomará control sobre ti, y la definición de la sociedad sobre la bondad puede terminar siendo tu sentencia de muerte.

El noventa por ciento de las personas que mueren por una causa, lo hacen porque la sociedad les dijo que lo hagan. En todo el mundo, las personas dan su vida para ser buenas. Un terrorista suicida palestino muere por el bien que su sociedad le impuso.

¿Jugarías a la ruleta rusa? ¿Y si otras personas te llaman "enclenque" por acobardarte? ¿Ves la ironía? El verdadero cobarde es el que tiene tanto miedo de lo que las personas piensen, que arriesga su vida por algo sin sentido.

Tristemente, la mayoría de las personas pasan su vida haciendo cosas definidas por la sociedad como "buenas". Por ejemplo: la mayoría de los estadounidenses van a la universidad por la presión social. Quizás es parte del deseo de obtener un mejor trabajo, pero muchos quieren el diploma por el estatus y el auto respeto. Si simplemente deseamos dinero, buscaríamos el lugar donde hacer más dinero.

Pero nosotros sentimos que si obtenemos un diploma, estamos de alguna manera siendo mejores personas.

En el mundo occidental lo "bueno" es definido a través del éxito financiero. Si eres exitoso, ¡grandioso! Si no lo eres, necesitas un psicólogo. Las personas se pulverizan por la depresión de no ser exitosas. "¿Qué está mal conmigo?, no puedo encontrar un trabajo. Debo ser mala persona".

Qué dirías sobre alguien que tiene un dolor de dientes y dice: "Yo no soy bueno".
Dirías que está loco: "Si tú tienes dolor de dientes, ve a un dentista. Busca la manera de sacarte el dolor de encima". Pero si una persona no puede encontrar trabajo, todos dirán que él no es bueno.

Este sentimiento se transporta a la manera en que nos vestimos y los autos que conducimos. 

¿Por qué las personas compran un Lexus? ¿Porque es mucho más cómodo para conducir...o porque da estatus? Nuestra colección de CD, nuestras alfombras - valen el tiempo y esfuerzo? 

Es el estatus. Queremos mostrar que somos buenos (cortésmente, por supuesto, para que las personas no piensen que somos bárbaros).

Asegúrate que no pasas tu vida siguiendo la definición de otra persona de lo que es ser bueno. Asegúrate que lo has elaborado por ti mismo. Demasiadas personas pasan 10, 20, 50 años en el camino y entonces se dan cuenta que compraron un mal paquete.

Todo Ser Humano Quiere Grandeza
Hay una cosa crucial que tienes que saber sobre tu deseo de ser bueno: es simplemente lo de menos. En realidad, todos nosotros queremos ser más que buenos. Queremos ser grandiosos.
Nadie quiere ser un término medio. Trata de decir: "Yo quiero ser un mediocre".

No puedes pronunciar esas palabras, ¿no es cierto? Queremos ser grandiosos no solamente buenos.

Si yo te diría que existe un botón que puedes apretar e instantáneamente librarías al mundo de todos sus problemas, ¿no te gustaría ser el que lo apriete? No hay nadie que está leyendo esto que no le encantaría ser la persona que descubra la cura para el cáncer o elimine la amenaza de la guerra nuclear.

Entonces, ¿por qué no aspiramos a eso? No porque no lo queremos. No porque no fantaseamos sobre cambiar el mundo. Sino porque el esfuerzo parece demasiado grande.

Cada uno de nosotros quiere ser la persona que realmente una a la humanidad para una vida en paz y armonía. Este es el concepto judío del Mashiaj. Él restaurará el mundo.

Una vez pregunté en una clase: "Díganme honestamente, en secreto, en lo más íntimo del corazón, ¿tienen el deseo de ser ustedes mismos el Mashiaj? Todos los que descubran honestamente este sentimiento en su corazón, levanten la mano".

Toda la clase levantó la mano. El último muchacho que levantó la mano dijo: "Gracias a Dios. 

Estoy contento que otros comparten este sentimiento. Pensé que yo estaba loco".

Aquí tienen un secreto que nunca aprendieron en la escuela: Cada ser humano, más allá de todo, no se sentiría satisfecho siendo el Mashiaj. El deseo de nuestras almas es ser como Dios. El alma, la chispa Divina que está dentro de cada uno de nosotros, anhela estar unida con la fuente de toda vida - el Todopoderoso Dios.

Nuestra Torá, nuestras Instrucciones para Vivir, realmente nos brinda la manera de trabajar hacia eso. Una de las 613 mitzvot es asemejarse a Dios. Es un trabajo duro, por supuesto. 

Pero en realidad, es lo que realmente buscamos.

El Judaísmo Nos Obliga a ser Grandiosos
La Mishná (Sanedrín 4:5) pregunta lo siguiente: "¿Por qué Dios creó cada persona como un individuo separado?". Nosotros nos podemos comunicar unos con otros, podemos explicar cosas unos a otros, pero esencialmente cada uno está solo.

La respuesta: Cada uno de nosotros nace solo y muere solo, para que cada persona pueda decir: "Bishvilí nibrá haolam" - el mundo fue creado sólo para mí.

De hecho, ésta es la manera en que pensamos. Si escuchamos que cinco millones de hindúes se mueren de hambre, nuestra primera reacción es: "¿Qué es lo que eso significa para mí? 

¿Debo enviarles ayuda? ¿Debo comprar algunos granos? ¿Habrá una guerra? ¿Debo sentir lástima por ellos? Nuestra respuesta instintiva es: "En mi mundo, ¿qué significa esto para mí?". Esta es la manera en que fuimos creados.

Sin embargo, a veces nosotros aplicamos mal este instinto. ¿Alguna vez te has observado conduciendo en la hora de más tráfico, con todos los autos en la calle, cuando comienzas a murmurar: "¿qué hacen todos estos tontos aquí? ¡Por qué no desaparecen de la calle y me dejan un lugar!".

El tonto piensa que el mundo fue creado para él egoístamente. Todas las vacas, todas las calles fueron creadas para él. La persona sabia percibe que el Todopoderoso nos creó de esta manera para que cada uno de nosotros tome conciencia que, en definitiva este mundo es mi obligación. Es mi responsabilidad hacer de él un mejor lugar.

¿Qué Puedo Hacer al Respecto?
Puedes estar pensando: "Bueno, yo quiero ser grandioso; pero soy una sola persona. ¿Cómo todo el mundo puede ser mi responsabilidad? ¿Qué podría yo llevar a cabo?"

Alguna vez has oído la expresión de Marx: "La religión es el opio de las masas".

Así nosotros damos vuelta las tablas de Marx. Nosotros decimos: "el secularismo es el opio de las personas".

Aquí está el por qué: Pregunta a cualquier joven hoy en día: "¿cuáles son las posibilidades de una tercera guerra mundial, una guerra atómica dentro de los próximos veinte años?".

Obtendrás varias respuestas. Algunos dirán 90%, algunos dirán 20%.

Pero lo que sea que el joven diga, pregúntale: "¿No es eso terrible? Aún un 20% es un riesgo terrible para la humanidad, no es cierto? Mas ciertamente, 50%, 60%, 70%. ¿No es eso terrible?"

"Si", él dice, "eso es horrible".
"Entonces ¿qué vas a hacer respecto de eso?".
"¿Yo? ¿Qué voy a hacer yo sobre esto? ¡El Presidente está a cargo! ¿Quién soy yo? ¿Qué puedo yo hacer?".

Y se va directo a dormir.

En el judaísmo decimos: Si supieras que Dios te está ayudando, ¿qué harías al respecto?
¡Todo!

Bueno, ¡buenas noticias!: Dios está detrás de ti. Él dice, si tú intentas, Yo te ayudaré. Yo quiero que endereces al mundo. Es por eso que es una mitzvá, una obligación. Y si nos escapamos de nuestra responsabilidad, tendremos que responder por ello algún día.
En el judaísmo, no existe el darse por vencido. Tú quieres ser grandioso, tú puedes ser grandioso, y tú tienes que ser grandioso. Así que vamos, sal y lucha.
En el judaísmo, no existe el darse por vencido. Tú quieres ser grandioso, tú puedes ser grandioso, y tú tienes que ser grandioso. Así que vamos, sal y lucha.

Usa ese poderoso deseo de grandeza. Te dirige quieras o no quieras. Entonces, domínalo. 

Úsalo como espada. Recuerda diariamente que quieres ser bueno. Sé consciente del conflicto entre lo que sabes que quieres y los deseos que se meten en el camino. Sabe que al ser bueno te haces un favor a ti mismo; tú quieres auto respeto más que otra cosa en la vida. Entonces, asegúrate que estás encaminado en lo que sabes objetivamente que es bueno, no lo que la sociedad te dice.

Todos nosotros queremos ser grandiosos, el judaísmo dice que es una obligación, y si hacemos el esfuerzo correcto, Dios, ciertamente, nos ayudará a conseguirlo.

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15 enero 2010

¿Tú lo hiciste? ¡Admítelo!


Ki Tavó(Deuteronomio 26:1-29:8)

¿Tú lo hiciste? ¡Admítelo!

Todo el mundo sabe que Adán y Eva cometieron un grave error en el Jardín del Edén. ¿Pero fue su principal error el comer de la fruta? ¡No! Una mirada a los versículos (Génesis 3:8-13) revela algo mucho más profundo:

"[Después de comer, Adán y Eva] se escondieron de la presencia del Eterno Dios entre los árboles del jardín. Dios llamó a Adán y le dijo: ‘¿Dónde estás?'".

"Tu voz oí en el Jardín, y tuve miedo porque estoy desnudo, así que me escondí". 

Dios le preguntó: "¿Quién te ha dicho que estás desnudo? ¿Acaso del árbol que te ordené que no comieses de él, comiste?".

Adán contestó: "La mujer que me diste para estar conmigo, ella me dio del árbol, y comí". 

Entonces Dios le dijo a la mujer, "¿Qué es esto que has hecho?".

Y la mujer dijo: "La serpiente me incitó, y comí".

Rashi explica la secuencia: obviamente Dios sabe lo que Adán ha hecho, sin embargo, nolo ataca con una acusación. Por el contrario, Dios entabla una conversación preguntando de manera suave, y sin ser amenazante: "¿Dónde estás?". Él le da a Adán la oportunidad de admitir su error y de expresar su arrepentimiento.

En contraposición a esto, Adán se esconde y le echa la culpa de todo a Eva. Por otra parte, Eva le traspasa la responsabilidad a la serpiente. ¡Todos alegan no haber hecho absolutamente nada malo!
Ese fue el peor error que cometieron.

Dios sabe que no somos perfectos, ¡Él nos creó de esta manera! Pero lo que si espera de nosotros es que asumamos la responsabilidad de nuestras acciones y que reconozcamos cuando hemos actuado mal. Ya que si no hacemos esto, no hay esperanza de que corrijamos nuestro comportamiento en el futuro.

Esta lección se puede aplicar a la crianza de los hijos. Imagínate entrar a la cocina y encontrar a tu hijo apoyado en la mesada, estirando su mano para alcanzar el tarro de las galletas. No lo culpes, no lo ataques, y no lo castigues sentándolo contra una esquina. Ya todo está hecho, la única pregunta que queda es cómo va a lidiar él con su error. Intenta preguntarle de manera casual, "Hey, ¿qué pasa con las galletas?". Esto le dará una oportunidad de decir la verdad sin sentirse amenazado.

* * *
Anti-Supresor
¿Por qué a la mayoría de las personas les cuesta admitir que están equivocadas?

Una posible explicación es que sin un estándar absoluto de lo que es correcto y lo que es incorrecto, no existe ninguna razón para admitir los errores. La revista Newsweek informa:

"Uno ingresa a los tribunales y el tipo te mira como diciendo, ¿cuál es tu problema? ¿Qué importa si maté a tu hijo?'", dice Virginia Irick, cuyo hijo adolescente fue asesinado hace varios años atrás en Filadelfia. De las 1200 familias atendidas por un programa de asistencia, sólo 10 han visto que la persona que mató a su ser querido demuestre algún tipo de remordimiento. Eso es menos del 1 por ciento.

En la sociedad occidental, la aversión a disculparse es una enfermedad generalizada. Si alguien encierra a otra persona en el tráfico, o destruye un matrimonio, admitir la culpabilidad está fuera de moda. De hecho, la psicología pop ha hecho todo lo posible para eliminar el concepto de "culpabilidad" de nuestro léxico. Es mucho más fácil racionalizar nuestros errores y hacerlos desaparecer. Dicen que no es bueno sentir culpa, "¡suprímela!".

Por un lado, esta supresión no es saludable. El negarse a admitir los errores, es deprimente y paralizador. El pesar se queda dentro y se infecta.

En otro nivel, esta supresión es francamente peligrosa. Cuando uno repite un acto inadecuado, eventualmente llegará a racionalizarlo como algo apropiado. El Nazi Himmler escribió que en su experiencia personal de matar judíos, el punto de inflexión llegó cuando fue capaz de dormirse por las noches sin ningún tipo de culpabilidad. Él sabía entonces que había cruzado el punto de no retorno.

* * *
Dilo en Voz Alta
La parashá de esta semana proporciona una herramienta importante para admitir nuestros errores:
"Cuando termines de separar todo el diezmo de tu cosecha... dirás delante del eterno tu Dios: he eliminado de la casa lo consagrado, y también lo he entregado al Leví, al prosélito, al huérfano y a la viuda..." (Deuteronomio 26:12-13).

La Torá nos está diciendo que para evaluar nuestro estado espiritual de manera adecuada, el ingrediente clave es hablar en voz alta. "Dirás la siguiente declaración ante Dios", es decir, articularás verbalmente dónde has tenido éxito y dónde has fracasado.

El Majzor ArtScroll explica:
"Como un ser inteligente, pensativo, e imaginativo, el hombre tiene todo tipo de pensamientos que atraviesan constantemente su mente. Incluso los pensamientos sublimes de remordimiento y de crecimiento personal no son extraños para él, pero no perduran. Para que sus pensamientos tengan sentido y perduren en el tiempo, debe expresarlos en palabras, porque el proceso de pensamiento culmina cuando las ideas son expresadas y clarificadas".

"Esto no es tan fácil como parece. Por lo general es intensamente difícil para las personas admitir explícitamente que han actuado mal. Tendemos a excusarnos a nosotros mismos. Nos negamos a admitir la verdad. Desviamos la culpa. Negamos lo evidente. Somos excelentes para racionalizar. Pero la persona que extrae de sí misma la desagradable verdad, "he pecado", ha realizado un acto grande y significativo".

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Hablando Contigo Mismo
Esta lección es crucial a medida que nos acercamos a los Iamim Noraim, el momento en que nos encontramos frente al espejo y vemos la cruda realidad de quienes somos verdaderamente. Maimónides explica:

"Por cada mitzvá de la Torá que una persona transgrede, necesita confesarse ante Dios... ¿En qué consiste esto? La persona debe decir: 'Dios, he pecado ante ti; he hecho este acto específico; me avergüenzo de mis acciones, y nunca más lo volveré a hacer" (Leyes de Teshuvá 1:1).

Bíblicamente, la confesión es un asunto totalmente privado, entre tú y Dios. De hecho, la palabra hebrea para confesión – le-hit-vadot – está escrita en forma "reflexiva" que connota el actuar sobre uno mismo. Aunque le hablamos a Dios, Él ya conoce la verdad.

El problema es cuando no estamos dispuestos a admitir la verdad frente a nosotros mismos. Como el profeta Jeremías dice: "Dios nos juzgará cuando digamos: ‘No he pecado'".

Increíblemente, el incidente de Adán y Eva se produjo en el primer Rosh Hashaná, el día en que nació la humanidad. Rosh Hashaná es el día más oportuno para reparar aquel error.
Que estos días festivos sean un tiempo de crecimiento espiritual para todos nosotros.

Shabat Shalom,
Rab Shraga Simmons 

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¿Es esto Caridad?


La bondad hacia otros no debería estar limitada a los pobres y a los necesitados.
 

Pregunta: Quiero separar todos los meses cierta suma de dinero para ayudar a mis sobrinas y sobrinos, ya que la familia de mi hermana apenas consigue lo que necesitan. ¿Es esto considerado una contribución de caridad?
 
Respuesta: Tus donaciones regulares a miembros de tu familia no son consideradas caridad, sin embargo son consideradas una maravillosa mitzvá.
 
Cuando la Torá nos ordena dar caridad, naturalmente estipula que debemos ayudar a los necesitados: “Cuando haya una persona necesitada entre tus hermanos en una de tus puertas en tu tierra la que Dios te da, no endurezcas tu corazón y no cierres tu mano para tu hermano necesitado. Sin duda ábrele tu mano, y dale suficiente para sus necesidades, que le hacen falta”. (Deuteronomio 15:7-8).
 
Basado en este versículo, el Shulján Aruj (Código de Ley Judía autorizado) dictamina: “Es un gran mandamiento entregarle a los pobres de Israel, y es un mandamiento incluso más grandioso que la caridad. Y un pariente pobre tiene precedencia sobre un pobre desconocido” (1).
 
En las leyes de caridad, encontramos una definición precisa de quien es considerado “pobre”; una familia cuyo ingreso cubre sus necesidades, incluso si es que no tienen nada de sobra (“apenas consiguen lo que necesitan”) no sería considerada “pobre”. Así que tu ayuda a tus parientes menos afortunados en estricto rigor no sería considerada “caridad”.
 
Sin embargo, el Shuljan Aruj continúa: “E incluso una persona adinerada que necesita un préstamo, es una mitzvá darle a él en ocasiones, y ayudarlo con consejo”. Mientras que algunas personas tienen una definición muy estricta de lo que es ser necesitado, cualquier persona puede necesitar ayuda, y el hecho de ayudar es siempre digno de elogio.
 
La fuente de esta resolución es este pasaje del Talmud:
 
Los actos de bondad son más grandiosos que la caridad en tres formas: la caridad se realiza solamente con dinero, mientras que los actos de bondad pueden realizarse con uno mismo o con el dinero de uno. La caridad es solamente hacia los pobres, pero los actos de bondad son tanto para los vivos como para los muertos [proveerles un entierro digno] (2).
 
Hay otros casos en los que encontramos que las reglas de caridad se extienden a otros que no son tan pobres. Del versículo anterior, que comienza con “entre tus hermanos”, el Talmud aprende que la caridad a los miembros de la familia tiene precedencia ante la caridad a otro (3). Esto se aprende también del versículo en Isaías (58:7) “Y no te escondas de tu propia carne” (4). Pero este versículo también es utilizado para enseñar que en general deberíamos preocuparnos por el bienestar de los miembros familiares (5).
 
La ayuda que tú quieres brindar a tus parientes más pobres no puede técnicamente ser considerada caridad, y no debería ser sacada de tu presupuesto de caridad (normalmente diezmo). Pero es una maravillosa demostración de bondad humana y de solidaridad familiar hacia tus hermanos y sus hijos.
 
Si no puedes comprometerte a entregar un estipendio indefinidamente, asegúrate de estipular que lo estás entregando por un período delimitado de tiempo – quizás un año. De otra forma es probable que el receptor lo incluya en su presupuesto y se sienta cadenciado si no puedes continuar. Asegúrate de darle expectativas realistas a cualquier receptor de ayuda regular.
  FUENTES: (1) Shuljan Aruj Joshen Mishpat 97:1 (2) Talmud de Babilonia Sucá 49b (3) Talmud de Babilonia Bava Metzia 71a (4) Talmud de Jerusalem Ketubot 11:3 y otras partes (5) Talmud de Babilonia Ketubot 52b.
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El Valor de la Vida


¿Estarías dispuesto a asesinar a una persona inocente si esto garantizara la cura para el cáncer? ¿Y si esa persona inocente tuviera noventa años?
 
Un extracto de "Shmooze: A Guide to Thought-Provoking Discussions on Essential Jewish Issues" (Shmooze: Una guía para el desarrollo de discusiones en temas esenciales del pensamiento).

La vida es preciosa. Cualquier decisión debe reflejar su infinito valor.

Seamos prácticos. Al asesinar a una persona, salvas millones de vidas del cáncer. Al perdonarlo a él, sólo salvas a una persona – una persona de noventa años que ya ha vivido los mejores años de su vida. En este caso tomar una vida salva millones. Si valoramos la vida, de seguro esta es la decisión acertada.

Sin embargo, la mayoría de nosotros sabe instintivamente que esto no puede ser verdad. Está mal asesinar a una persona inocente de noventa años, incluso si va a garantizar la cura para el cáncer.

¿Puedes explicar el porqué?
Desafortunadamente, este dilema no es solamente teórico. En el libro Holocaust and Halachah (Holocausto y Halajá), un preso de un campo de concentración le hizo a un rabino la siguiente pregunta:

"Los Nazis han encarcelado a 100 niños, a los que planean asesinar mañana por la mañana. Mi hijo está entre ellos. Puedo sobornar al guardia para que libere a mi hijo, pero si lo hago, los Nazis agarrarán al hijo de alguien más para reemplazar al mío. Rabino, ¿puedo sobornar a los guardias para que lo liberen?"

El rabino se rehusó a responder. De su silencio, el padre derivó la respuesta del rabino – él tenía prohibido liberar a su hijo a expensas de la vida de otra persona.

El Talmud, discutiendo un caso similar, dice "¿Cómo sabes que tu sangre es más roja? ¿Quizás su sangre es más roja?" Rashi, comentando el Talmud, aclara: "¿Quién sabe si tu sangre es más preciada o más querida para tu Creador que la sangre de alguien más?". ¿Cómo puede uno pesar el valor de una vida contra el valor de otra? ¿Cómo puede uno saber que persona es más preciada? 

Cada individuo es un mundo completo.
Eso tiene sentido cuando evaluamos una vida contra otra. Pero ¿Cómo se explica salvar una vida a expensas de millones? ¿No podemos decir con confianza que a los ojos de Dios, millones de vidas son más preciadas que una?

En el corazón de este problema está el como medimos el valor de la vida.

Se cuenta una historia acerca de un rabino y un ladrón que entran al Cielo. El ladrón es señalado por sus tremendos logros y recibe un tratamiento de reyes. El rabino es visto como un Sr. Promedio.

¿Cómo puede un ladrón ser considerado más grande que un rabino quien dedicó su vida entera a la comunidad, haciendo muchos actos de bondad y viviendo una vida honesta y decente?

Cada persona nace con una personalidad y un conjunto de circunstancias únicos, como así también con una cantidad delimitada de potencial. Donde comenzamos está fuera de nuestro control. Sin embargo, somos responsables de donde terminamos y de las decisiones que tomamos durante el camino.

Quizás el rabino fue bendecido con todas las ventajas – nacer de padres amorosos quienes le proveyeron la mejor educación y una sana crianza. Quizás él poseía una inteligencia formidable, era compasivo y tenía una personalidad bondadosa. Quizás su padre fue rabino de una comunidad y él por naturaleza eligió la misma vocación. Su verdadero valor no es medido por como él comenzó su vida. 

Él no trabajó para alcanzar sus fortalezas innatas (ni sus debilidades), y por ende éstas no son intrínsecas a su verdadera esencia. Ellas proveen el telón de fondo para su desafío único de luchar por alcanzar la grandeza personal. Su verdadero valor es el resultado de las elecciones que hizo en su esfuerzo por crecer. Determinar el valor de su vida requiere tomar en cuenta cada factor y cada detalle de su existencia.

En la superficie, el rabino parece ser más grandioso que el ladrón, quizás incluso más grandioso que mucha gente. Pero cuando consideras toda la imagen, desde su punto de partida en la vida, hasta el potencial de grandeza que podía haber alcanzado, emerge un panorama diferente.

Este rabino se deslizó por la vida, eligiendo la mediocridad. Con mayor perseverancia, él podría haber logrado mucho más.

Digamos que el ladrón nació con tremendas desventajas – un temperamento violento, padres abusivos, sin dinero y con poca inteligencia. Nada de esto determina su verdadero valor. Su esencia consiste de las elecciones que tomó dentro de su campo de juego personal.

El ladrón decidió construir una mejor vida para sí mismo. Él luchó por conquistar a sus demonios internos y consiguió un trabajo para juntar dinero para ir a la universidad. Cuando las cosas se pusieron difíciles, el recurrió a robar para sobrellevar las cosas. Pero él, consistentemente luchó por ser un miembro honesto de la sociedad, para formar una familia sana, y para hacer una contribución significativa al mundo.

Cuando comparamos los grados de crecimiento personal del ladrón y del rabino, queda claro que de los dos, el ladrón es el individuo más grandioso.

Por supuesto que este ejemplo es una simplificación demasiado burda. Las complejidades implicadas en hacer tal juicio son asombrosas – y es exactamente por esto que ningún ser humano está en posición de juzgar el valor de otro. Nadie sabe los desafíos de otra persona, o su potencial, o que espera Dios de él. Nunca podemos medir el valor real de alguien. Ese es un asunto de Dios, y de nadie más. Nunca es una buena idea jugar a ser Dios.

Esto no justifica las acciones del ladrón. Robar es malo y debe tener sus consecuencias. Podemos juzgar las acciones del ladrón, pero no su valor. Estos dos juicios están separados, el primero pertenece al hombre y el segundo pertenece solamente a Dios. No podemos saber como Dios ve el valor del ladrón.


Por lo tanto, cuando son millones de vidas versus un hombre de noventa años, quizás esa vida es más preciada y valorada. ¿Cómo podemos saber? El problema no tiene nada que ver con los números. El Nosotros no podemos hacer el juicio, sin importar cuantas vidas estén involucradas.
Extracto de "Shmooze: A Guide to Thought-Provoking Discussions on Essential Jewish Issues".

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Vive La Vida


No debes pasar un sólo día sin vivir la vida, por lo menos por un breve momento.

 
 Estoy bajo presión con los plazos de dos artículos, un proyecto urgente que terminar, y ya he presionado hasta el límite a otro editor con el plazo de una tercera asignación. Mi dormitorio sólo puede ser descrito en términos formales como “un desastre”, y la montaña de ropa sucia me hace reír cada vez que olvido cerrar los ojos mientras paso al lado de ella.
 
Estoy totalmente abrumada, indignada y malhumorada, resentida y enojada, cuando de pronto, un pensamiento golpea insistentemente en la cerrada puerta de mi mente.
 
La vida no se trata de esto.
 
Cuando me involucro en la rutina de la vida, me olvido que la rutina no es la vida; la vida es la vida.
 
Destella como un anuncio publicitario de neón y enciende mi mundo por un breve momento. El mensaje es profundo y muy simple. Nada nuevo, pero a veces tiendo a olvidarlo. Que fácil es caer en un abismo de distracción y perder de vista la imagen completa. La verdad es que, cuando me involucro en la rutina de la vida, me olvido que la rutina no es la vida; la vida es la vida.
 
Recientemente platiqué con mi marido acerca de los retos que afrontan los padres que trabajan. Trabajamos para tener dinero para cuidar mejor de nuestras familias. Pero ese mismo trabajo que en última instancia beneficia a nuestras familias financieramente, puede también alejarnos emocionalmente. Al final del día, la ecuación puede torcerse y los resultados volverse de alguna manera irónicos. Sí, podemos permitirnos un nuevo vestido, pero apenas hay un minuto para leerle un cuento a nuestro pequeño hijo. ¿Quieres ir a un campamento de verano? Por supuesto mi amor, no hay problema. Pero no puedo realmente discutir contigo acerca de las aflicciones y los problemas que enfrentas a tus diez años, porque ahora mismo tengo que terminar un trabajo urgente.
 
Estamos destinados al fracaso cuando confundimos los medios con el fin. Después de todo, que es la vida sino amor, educación, dar, ser, disfrutar de los regalos concedidos. El resto es secundario, necesario por supuesto, pero no al punto de eclipsar la atracción principal. Cuando me encuentro a mí misma envuelta completamente en los accesorios y en la decoración, es tiempo de dar un paso atrás y reenfocarme. Es hora de realinearme con lo que realmente importa.
 
Entonces dejo mi mal humor, mis plazos límite, y mi ansiedad por unos breves minutos. Charlo con mi marido, arrullo a mi bebé, me libero de lo externo y me empapo de la belleza del momento. Sólo unos minutos, pero parecen años luz. Y me comprometo a mí misma a repetir esta acción, aunque sea sólo por unos minutos cada día.
 
Sólo por hoy, propongo una nueva rutina: Un respiro. Puede adoptar miles de formas. Un abrazo y una sonrisa, una rápida pero significativa conversación, unos minutos jugando con los niños, o haciendo morisquetas con un bebé. Puede ser un llamado telefónico a los padres o abuelos sólo para decir hola, o una nota especial para un ser querido. Puede ser haciendo un rápido bosquejo de una imagen del horizonte, o un minuto de soledad y de conexión con Dios. Puede ser ejercitándose en el bosque, compartiendo un café con un buen amigo, o tocando piano. Pero ningún día debe pasar sin que vivamos la vida, aunque sea por un breve instante.
 
Los plazos van y vienen, así también la ropa sucia y los platos. Tan pronto termina un trabajo, otro aparece instantáneamente. En un año más, incluso en una semana más, ni siquiera recordaré qué proyecto era tan urgente que me tenía tan ocupada, y abrumada. Pero en una semana más, mi bebé será una semana más grande; mi hija tendrá exámenes semanales y amistades en crisis; mi marido y yo tendremos una semana más de matrimonio; mi madre será una semana mayor.
 
Hay una punzada de culpabilidad al abandonar la carga, al tomar un receso de la vida para disfrutar la vida. Pero no sólo recibo algo impagable, sino que renueva mis baterías, entonces así puedo funcionar mejor incluso en la oficina y con las tareas del hogar. Que encantadora paradoja.
  Mi mundo esta dividido en dos secciones: Vida y Rutina. La rutina toma bastante tiempo y energía, pero la Vida es infinita… y es muy dulce.

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