25 diciembre 2009

Mis Enseñanzas Favoritas del Matrimonio


Mis enseñanzas favoritas del Talmud son las relacionadas con el matrimonio. Aparte de la comprensión psicológica de cómo los hombres y las mujeres funcionan de manera diferente, amo estas enseñanzas porque aclaran el modo de relacionarse con la gente en general y no  solamente  la relación entre los maridos y las esposas sino, con cada individuo con el cual nos relacionamos.

Rav dijo, “El hombre debe siempre tener cuidado de no hacer sufrir a su mujer. Ya que ella, sus lagrimas son rápidas en venir.”

Note la fraseología.

No dice sea considerado con su esposa. Tampoco dice sea agradable y sensible a ella. Porque tu definición de consideración o de sensibilidad puede ser muy diferente que la de ella. Y tu manera de ser agradable  puede no ser lo que ella necesita o anhela.

Tampoco el Talmud nos dice, “puede ser que ella sea hipersensible, tu haz lo mejor que puedas, pero en realidad es problema ella.”

En lugar de ello, Rav nos enseña que, “ella llora fácilmente, así que es tu responsabilidad de ser extraordinariamente cuidadoso”. Es tu obligación cerciorarte de no hacer ni decir cosas que la entristezcan.

Puede ser que sientas, “Epa, esto es tonto. Ella está siendo inmadura; esta siendo desproporcionada. Un poco de crítica constructiva nunca lastimó a nadie. Eventualmente, estoy seguro que ella se va a dar cuenta que es para su bien.”

Pero si ella esta ofendida, el Talmud dice, asegúrate de no ser tú el que lo provoque. Porque sus lágrimas y sentimientos son inevitables.

Qué increíble lección sobre como tratar a otro individuo. Especialmente a el   “otro” de tu vida.

A menudo juzgamos a otros basándonos en  nuestros propios principios, “no me molesta tener visitas inesperadas, así que seguramente a el tampoco”. O, “Yo disfruto compartir, así tu también debes”. “Yo disfruto  de un buen chiste aunque me lo hagan a mi así que no hay ninguna razón para que te ofendas”.

Creemos que si tratamos a el otro de la misma forma que no gusta de ser tratados, está todo bien.

El Talmud, sin embargo, nos insta a ver la situación desde la perspectiva del otro.

Una amiga que ha pasado por muchas pruebas en la vida, incluyendo criar a un niño con necesidades especiales, comentó que la gente le da demasiada importancia a situaciones triviales. Después de superar lapsos difíciles, ella tenía un bajo nivel de tolerancia hacia quienes   “se ahogan en un vaso de agua  por pequeñeces de la vida.”

“Pero, Susan,” discrepé. “Para esta persona, en este punto de su vida, esto es un gran problema. Para él, esto es trágico. “

De hecho, quizás si actuamos con simpatía hacia otros, midiendo nuestras palabras y comportamiento hacia ellos bajo nuestros estándares sino por la forma de cómo les afecta a ellos, quizás podremos suplicar Di-s, nuestra “Pareja cósmica” que actué de  esta manera hacia nosotros también.

“Estimado Di-s” podríamos argumentar, “sabemos que de Tu perspectiva muchos de nuestros deseos y necesidades son triviales y banales. También entendemos, que desde Tu Trono Celestial, nuestro dolor, ansiedades, conflictos y tensiones pueden servir para un propósito espiritual más alto. Pero desde nuestra limitada perspectiva, del aquí y  el ahora, el dolor es verdadero y el sufrimiento, innecesario. Por favor Di-s, con tu infinito Poder, previene nuestras lágrimas. Envíanos tu Bondad no solo la verdadera Bondad sino además la bondad para nosotros.

Que seamos merecedores del cumplimiento de la profecía, “y Di-s enjugara las lagrimas de cada cara.”

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